MALIKIAN

Quizás haya que reprocharle al violinista libanés de origen armenio su excesivo protagonismo ante la música, como si de una estrella de rock se tratase, sus constantes saltos que no añaden nada a la interpretación de Manuel Falla o de Pablo Sarasate, ni de las otras piezas compuestas por él. Es como si uno tomase jamón ibérico, que tanto le gusta, y “picos”, dando saltitos o haciendo muecas. Desde luego que yo creía que iba a escuchar música, lo que no sabía es que iba a asistir a un espectáculo circense que en nada ofrecía una visión diferente de la música y desde luego en nada me ha sorprendido. Iba sin conocer al violinista, esperando que nos trasladase algo de la música libanesa o armenia con la seriedad de dejarnos embrujar solo con la música y no con los saltos de rana. Prefiero desde luego que los músicos solo sean intermediarios de sensaciones y que dejen al público volar e interpretar. Demasiado espectacular, fruto de los tiempos.
 

MALIKIAN

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