DESDE EL DOMINGO

Siguen las consecuencias de la guerra en Gaza; los habitantes, los que quedan, están intentando salir de la ciudad por todos los medios, mar, tierra, túneles. La ciudad está destruida. ¿Es quizás por eso que los israelitas han firmado un acuerdo para el fin de las “hostilidades”? No tenían ya casi nada que destruir; dejan mil cuatrocientos niños huérfanos. En medio de la guerra, un médico noruego exclamaba: “Estimado Obama, ¿tiene usted corazón? Le invito a pasar una noche, solo una noche, en el hospital de Shifa, tal vez disfrazado de limpiador”. La carta de este médico no tiene desperdicio: “Hoy una vez más tratados como animales por el ejército más moral del mundo”. Me pregunto si vale la pena seguir recordando este holocausto ahora que ya “ha terminado”, ¿ha terminado?; el olvido es una forma de derrota, de ofensa y hoy domingo he visto las fotos del hospital de Shifa, las declaraciones del doctor Mads Gilbert, y las últimas noticias sobre esta infamia que el mundo parece admitir con la tranquilidad de estar libre de pecado.

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