¿Trump ha visto la luz?

La victoria de Trump en las elecciones americanas ha supuesto un terremoto en muchos campos. Sus promesas durante la campaña hacían que muchos se temieran lo peor si ganaba. Los ecologistas eran de los más preocupados. La negativa a ver la relación directa entre la actividad humana y el cambio climático hacía peligrar la continuidad de Estados Unidos en del Acuerdo de París, alcanzado hace ahora un año y cuyo principal objetivo es reducir las emisiones de CO2 y detener el calentamiento global. El entonces candidato republicano no se sonrojaba al prometer la salida de dicho acuerdo si alcanzaba el sillón en la Casa Blanca. Para Trump lo del calentamiento era una excusa para reducir la competitividad de la industria americana. Por eso, una vez consumada su elección, muchos pensaron que la marcha atrás sería una de las primeras medidas que se tomasen. Y eso que en seguida cientos de empresas americanas, entre ellas Nike, Levi Strauss o Starbucks, se apresuraban a firmar un manifiesto en el que le pedían a Trump que no abandonara el Acuerdo de París, aduciendo que frenar las energías limpias era lo mismo que poner en peligro la prosperidad del país. Y ahora nos encontramos con la sorpresa de que al final el oso no es tan fiero como lo pintan. Trump ha admitido, por primera vez, que puede haber alguna conexión entre el cambio climático y la actividad humana. También que piensa examinar con una mente abierta el Acuerdo de París y todavía no ha confirmado su intención de abandonarlo. Pero los ecologistas no acaban de fiarse. Motivos tienen de sobra. Por ejemplo que el gabinete del presidente republicano está lleno de destacados lobistas de los combustibles fósiles. O más en concreto las últimas declaraciones de Bob Walker, su asesor para temas científicos. “La NASA debe explorar el espacio, no inmiscuirse en una vigilancia ambiental políticamente correcta”. Un aviso a la división de Ciencias Terrestres de la NASA, que ve peligrar su existencia. Mientras tanto, el Polo Norte se descongela más rápido que nunca. Este año se están registrando temperaturas veinte grados por encima de lo que es habitual en estas fechas. Esto puede acelerar el cambio climático con graves efectos. El primero es el calentamiento de la tundra, con la consiguiente liberación de metano. Un gas de efecto invernadero veinte veces más potente que el CO2. 
 

¿Trump ha visto la luz?

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