stamos en plena vorágine de las fiestas navideñas

stamos en plena vorágine de las fiestas navideñas. Quince días en los que los excesos se acumulan: alcohol, comidas copiosas y dulces se suceden durante dos semanas en las que todo está permitido. El resultado al final suele ser un par de kilos de más que pasarán a acompañarnos instalados en nuestras cinturas, además del cargo de conciencia por no haber sabido reprimirnos un poco más.
Los excesos nunca han sido buenos. Pasarnos con el alcohol o con el azúcar incrementa el riesgo de sufrir enfermedades. Otros factores que parecían evidentes, a la luz de los nuevos estudios, ya no lo son tanto. El colesterol es un ejemplo. Todo lo que sabíamos acerca de su relación con el riesgo cardiovascular se está cuestionando, al demostrarse que la realidad es mucho más compleja de lo que nos parecía hace años.
Lo primero que ha quedado en evidencia es la influencia de la dieta en los niveles de colesterol en sangre. El cuerpo humano produce más del doble de colesterol que el recomendado en las guías de nutrición. Ahora se reconoce que el colesterol de la dieta tiene un efecto limitado. Lo segundo que se está cuestionando es si es adecuado o no el indicador de colesterol en sangre como factor predictivo de riesgo cardiovascular. Hasta la fecha la idea más aceptada es que un alto nivel de LDL (el conocido como colesterol “malo”) y un bajo nivel de HDL (el “bueno”) encendían las alarmas. 
Pero un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III ha descubierto que personas con niveles de LDL considerados normales tenían placas en sus arterias. Ante esto hay expertos que abogan por rebajar estos niveles, pero no son pocos los que consideran que tal vez debería abandonarse este criterio y substituirlo por otros, como el nivel de apolipoproteína B (apoB), una proteína que actúa como transportadora del LDL y de otras formas dañinas del colesterol en la sangre y que parece que podría ser un marcador que identifique el riesgo incluso cuando el LDL está controlado.
Todo esto puede hacer que pensemos que en el fondo los expertos no saben nada. Nada más lejos de la realidad. Nuestro cuerpo es algo muy complejo. Cada vez se va afinando más lo que sobre él sabemos, y los consejos son más acertados. En nutrición no existen verdades incuestionables y hemos de tener una mente abierta y adaptarnos a este nuevo conocimiento generado.

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