Rompiendo defensas

uno de los grandes avances para la medicina fue el desarrollo de los antibióticos. Estos se convirtieron pronto en una de las principales armas para enfrentarnos con las enfermedades. 
Gracias a ellos, se logró reducir de forma significativa la mortalidad. Pero en los últimos años empezaron a perder su eficacia.
¿El motivo? La evolución. El ADN de algunas cepas mutó y permitió que estas se volvieran inmunes a la acción de los antibióticos, dando lugar a lo que se conoce como superbacterias. En esto ha influido el uso imprudente e indiscriminado de estos, sin completar muchas veces las dosis necesarias para completar los tratamientos, así como la automedicación. Estas han sido las claves para el desarrollo de este grave problema.
Y es que, según la OMS, algunas de estas supercepas pueden suponer hasta un 67% más de probabilidades de morir que si la infección es debida a una bacteria no resistente. 
La falta de interés por parte de las grandes farmacéuticas en desarrollar nuevos antibióticos tampoco ayudaba en exceso a encontrar solución a un problema incipiente, que amenazaba con salirse pronto de madre ante la pasividad de todos los actores implicados.
Por eso noticias como que un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC) haya conseguido que estas superbacterias vuelvan a ser susceptibles a los antibióticos tradicionales es una gran noticia. 
Lejos de desarrollar nuevos medicamentos, lo que se ha hecho ha sido poner el foco en atacar directamente aquellas zonas de la bacteria donde las proteínas se ensamblan para formar complejos, muchos de ellos relacionados con la resistencia a los antibióticos, desmontando de esta forma las nuevas defensas.
Pero para poder llegar a este prometedor resultado, primero ha sido importante llevar a cabo una investigación básica que ha permitido entender mejor cómo funcionan las bacterias y es que hasta ahora no se había demostrado que estas tuvieran esta compleja organización celular basada en plataformas de ensamblaje sí presentes en otras células como las de los animales, plantas u hongos. 
Se demuestra así que la inversión en ciencia base nunca es una pérdida de recursos, aunque por desgracia la mayor parte de los esfuerzos están centrados muchas veces en financiar investigaciones que tengan un resultado final aplicable.
 

Rompiendo defensas

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