Promesas incumplidas

Alguien que llegara de otro planeta y solo tuviera acceso a nuestra publicidad para hacerse una idea del grado de evolución de la humanidad, se marcharía con la impresión de que aquí hemos encontrado la solución a todos nuestros males. Yogures que reducen el colesterol malo, productos dietéticos que nos hacen perder peso sin ningún esfuerzo, oxígeno activo en nuestros detergentes que lavan más blanco. Y por supuesto, cremas antiarrugas que ríete tú de la fuente de la eterna juventud de Ponce de León.
La última moda la tenemos en el mundo de la cosmética, uno de los más proclives a dejarse arrastrar por supuestos productos milagrosos. 
La coenzima Q10 nos ayuda a retrasar el envejecimiento, combate la infertilidad, reduce la migraña y cura el cáncer y las enfermedades mentales. Una vez más un producto que él solo parece que va a venir a revolucionar la medicina.
Los primeros estudios que se presentaron parecía que indicaban que podía ayudar en el tratamiento de las enfermedades cardíacas entre otros muchos beneficios. A esos resultados prometedores se agarraron en los departamentos de marketing para vendernos el nuevo grial. Ahora, con más estudios, parece que todas estas características beneficiosas están empezando a ponerse en entredicho. ¿Fraude o ansiedad?
En la sociedad de consumo en la que vivimos el ritmo es frenético, y se exigen respuestas inmediatas para problemas que llevan toda la vida con nosotros. Quien se duerme, se lo lleva la corriente. 
Pero todas estas prisas van en contra de los principios de la propia investigación científica, que requiere probar las cosas muchas veces para poder estar seguros de algo. Una lección que debemos aprender es la de no fiarnos del primer estudio con resultados maravillosos que se nos presente. 
Fiarse de todos los reclamos que nos encontramos hoy en día no es una buena idea. Siempre se ha dicho que cuando algo es demasiado bueno, lo mejor es desconfiar. 
Una visión un tanto cínica de la vida, que sin embargo parece que es a lo que estamos abocados ante tanto producto milagroso que nos quieren vender. 
La lista es enorme, y la mayoría de estos productos tienen una vida breve. Pasan de moda en cuanto la gente empieza a utilizarlos y darse cuenta de que aquello que prometían, en el mejor de los casos, no se cumple en la medida que se esperaba. En el peor, pueden acabar haciendo más daño que bien.
 

Promesas incumplidas

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