Morir de éxito

Este año Ferrol “estrenaba” su Semana Santa. La ciudad departamental lograba recientemente el nombramiento de Fiesta de Interés Turístico Internacional y en vista de los resultados obtenidos se puede calificar la iniciativa como de un gran acierto. Cierto es que el buen tiempo que este año hemos podido disfrutar ha ayudado un poco, pero es una gran satisfacción ver como el cartel de “no hay vacantes” se colgó en los diferentes establecimientos de la ciudad. A falta de cifras oficiales lo cierto es que el optimismo es la nota común entre los representantes de los hosteleros ferrolanos. Sin embargo no solo ha sido Ferrol quien ha visto como sus cifras de visitantes se engrosaban generosamente esta pasada Semana Santa. Otros lugares del entorno también han podido disfrutar de una buena afluencia. Es por ejemplo el caso del monasterio de Caaveiro, en pleno corazón de las Fragas del Eume. Más de tres mil visitantes, un ochenta por ciento más que el año pasado, se acercaron para disfrutar de esta pequeña joya. Otros lugares que han destacado han sido el monasterio de San Martiño do Couto, San Andrés de Teixido o el Cabo Ortegal. Pero también ha habido un lunar en este panorama de felicidad turística: la playa de las Catedrales, en Ribadeo. La afluencia de visitantes en este caso ha sido abrumadora como se pudo comprobar en diferentes medios. El turismo se ha convertido en una industria que mueve ingentes cantidades de dinero, una salida en estos momentos de crisis. Pero al mismo tiempo se requiere de una infraestructura que lo haga viable y que evite que se acabe matando a la gallina de los huevos de oro.  Situaciones como la vivida en Ribadeo son puntuales, pero es cierto que el número de visitantes ha aumentado significativamente en los últimos años, al tiempo que la playa de las Catedrales era promocionada fuera de nuestras fronteras. Que los visitantes se vean obligados a contribuir con sus cuotas al mantenimiento de los servicios necesarios para su buen funcionamiento, como sucede en cualquier otro centro turístico o museístico, es una posibilidad que cabe estudiar como una posible solución al problema. Otra sería el establecimiento de un plan de protección que regule su uso, con visitas limitadas, controladas y guiadas, ofreciendo una mejor información que sirva para evitar los daños que pueda ocasionar la afluencia masiva e incontrolada de turistas.

 

Morir de éxito

Te puede interesar