Cuidado con lo que prometes

a medicina ha evolucionado mucho en los últimos años. Por ejemplo, ahora entendemos mejor los mecanismos que generan el cáncer y cada poco descubrimos nuevas dianas terapéuticas para combatirlo. Pero estamos aún muy lejos de poder curarlo siempre. 
El cáncer sigue causando la muerte a uno de cada cuatro hombres. Asumir este hecho no siempre puede ser fácil y muchos son los que están dispuestos a probar lo que sea, aunque no existan bases científicas que lo sustenten.
No es de extrañar que, ante este panorama de desesperación, muchos se dejen engañar y embaucar por falsas promesas que la medicina tradicional no se atreve a formular. 
Pero cuando es un médico quien lleva a cabo este proselitismo, la situación puede complicarse. Ante la creciente demanda y oferta de terapias “naturales” en el tratamiento del cáncer, los cuatro colegios de médicos de Cataluña y la sociedad catalano-balear de oncología y cuidados paliativos ha decidido emitir un informe.
Y no se han andado por las ramas. Ofrecer a enfermos de cáncer terapias no validadas o sin consenso de la comunidad científica como alternativa no solo es una mala praxis, sino que también puede conllevar sanciones a los médicos que las lleven a cabo. 
En este sentido no se puede andar con medias tintas y en el informe se han dejado claras tres líneas rojas infranqueables: no se puede aprovechar del miedo o la incertidumbre del paciente, no se pueden crear falsas expectativas y sobre todo no se puede inducir al abandono de otros tratamientos. Se hace hincapié en que en todo caso se puede hablar de terapias complementarias, nunca alternativas.
En este sentido recalcan la necesidad de una información clara, que evite la confusión de los enfermos que puede acabar ocasionando grandes gastos e incluso el abandono de tratamientos que sí se han demostrado eficaces en la lucha contra el cáncer, con la pérdida de oportunidades que esto supone para el paciente. 
Enfrente está el discurso del miedo, en el que se relaciona la medicina convencional con oscuros intereses económicos. O el que defiende las bondades de lo “natural”, sin productos químicos, que no puede causar daño. 
Dos discursos peligrosos porque ambos presentan como verdades absolutas una parte muy pequeña de las mismas. 
Y coger el todo por la parte es un ejercicio de reduccionismo muy peligroso cuando hablamos de jugar con vidas humanas.
 

Cuidado con lo que prometes

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