Bienvenida sea la lluvia

os últimos días del año se despidieron en Galicia con lluvia. Un pequeño bálsamo para una situación a la que no estamos nada acostumbrados por estas latitudes: la sequía. Las cifras en este sentido no mienten. 
Al acabar el verano, las reservas hidrológicas a nivel estatal apenas superaban el 43%, cuando el año anterior eran del 60%. A final de año la situación no mejoró, con un 36,5% de reservas frente al 50% de 2016. El 2017 ha sido el año más seco de nuestra historia y las previsiones para este 2018 incipiente no son nada halagüeñas. No es que se dude si será un año seco o no. La inquietante pregunta es más bien cómo de seco acabará siendo. 
Septiembre y octubre han sido los más secos en un siglo y esto no ha ayudado, teniendo en cuenta que son estos junto con noviembre los meses en los que se produce una mayor acumulación de agua en nuestro país. 
Ahora la situación climatológica hace suponer que tendremos un invierno más húmedo de lo normal, pero falta por ver todavía si esto acaba siendo una solución para un problema que ya empieza a ser acuciante. Las acumulaciones de ciclogénesis explosivas traen mucha lluvia, pero que deja más destrozos que agua en las reservas.
Los efectos de esta sequía los padeceremos sobre todo en el próximo verano, aunque algunas de sus consecuencias ya empiezan a notarse. 
Por ejemplo, la producción de energía hidráulica y eólica han caído con respecto al año pasado, lo que ha supuesto un aumento de los precios de consumo eléctrico. 
Pero también se producirá un encarecimiento de los productos de la huerta, así como del precio de la carne ovina y porcina. También la producción de aceituna parece que caerá en picado después de estos meses de sequía. La solución a este problema no es desde luego sencilla. El Gobierno en 2018 pretende aprobar una Ley de Cambio Climático y Transición Energética, dentro de la cual está previsto que se incluya una reforma del Consejo Nacional del Agua. Es necesario analizar la actual política de aguas y ordenar unos recursos que serán cada vez más escasos. 
A un nivel más micro, es necesaria una reeducación de nuestros hábitos de consumo. Ducharnos en vez de bañarnos, reutilizar el agua, no dejar los grifos abiertos o racionalizar el riego son algunas de las cosas que deberemos plantearnos y empezar a apreciar algo que aquí muchos daban por descontado: la lluvia.
 

Bienvenida sea la lluvia

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