Sensacionalismo

Pongamos que hablamos de A Coruña y en relación a Violencia de Género. Me comentan que a este Juzgado corresponden los delitos cuya autoría corresponde al hombre porque si el sujeto activo es la mujer, el caso correspondería al Juzgado de lo Penal.
Una simple llamada genera la detención. En ocasiones intervienen agentes que se comportan adecuadamente pero en otras, intervienen quienes añaden circo a la situación. Bien. Al todavía presunto lo esposarán y si es un Viernes, permanecerá cautelarmente detenido hasta que llegue el Lunes y pase a disposición judicial. 
Mientras que la mujer permanece apartada, en una habitación, el hombre está “a la vista de todo dios”.  Muchas veces, cuando llega el abogado ya ha visto a la supuesta víctima el forense, quien se ha limitado a señalar lo que ha visto –por ejemplo, huellas–, sin enjuiciar si son de gato, de un manillazo contra una puerta o dedos humanoides de un señor. Así, los abogados detectan un alto grado de indefensión por parte de los acusados falsamente, cuando es este el caso, nada infrecuente.
Dictadas las medidas cautelares oportunas y habiéndosele facilitado, por ejemplo, domicilio a la persona supuestamente maltratada en una casa al efecto, una vez dictada Sentencia absolviendo al supuesto agresor que no lo era, la víctima mentirosa seguirá disfrutando de las ventajas obtenidas porque nadie vigila que se revierta la situación con la consiguiente  compensación al Estado por los gastos ocasionados, aunque sea con servicios prestados a la comunidad.
Por consiguiente, que diría aquel que se aburría en el Consejo de Administración de Gas Natural, también aquí está la picaresca servida y como a nadie parece preocupar, nadie osa enmendar. Es más fácil seguir pisando los callos –por no escribir la castiza palabra adecuada– a quienes están en orden.
¿Y qué papelón juegan en todo esto los grandes medios de comunicación, que están a la última pregunta, viviendo ricamente de anuncios, subvenciones y “lo que usted mande”? Pues que una vez ilustrada la noticia con el gran titular sensacionalista para llamar la atención, vender más y coadyuvar a crear analfabetos funcionales, ahí queda colgada sin un instructivo -no interesa, claro- seguimiento posterior. 
Hay una Asociación de Prensa que a sus asociados les hace esta recomendación, a propósito de la violencia contra las mujeres: “Haz siempre periodismo; no difundas rumores ni elucubraciones personales de vecinos o allegados. Recurre a fuentes autorizadas y a personas expertas –que ya llega con que estén equivocadas estas, añado yo–. Los periodistas tienen el deber de proteger a las víctimas. Respetar su derecho al honor, a la imagen y a la intimidad. No difundas opiniones que puedan menoscabar su dignidad o restarle credibilidad”. Pues bien; estas recomendaciones –¡qué lejos están de cumplirse!– bien pueden extrapolarse para ser aplicadas a todo tipo de noticias relacionadas con víctimas…. sea de violencia machista, de prácticas abusivas comerciales, de posición y dominio y poder exorbitante de la administración…
Hay tanto por lo que pelear e informar que sigue siendo este un enorme nicho de mercado asociativo pero también para la prensa…si la gente leyera, claro, porque no deja de ser demoledor el dato desvelado recientemente por el Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS: “Casi 1 de cada 5 españoles no lee jamás”.
Hay titulares que sin ser precisamente sensacionalistas no dejan de ser sorprendentes: “La atención sanitaria a accidentados de tráfico cuesta 36 millones cada año. La mayoría de lesionados fueron evacuados a centros privados”. Pero ¿cómo va a costar, si lo primero que preguntan al entrar es cuál es el seguro y esa estancia en Urgencias o UVI de un hospital público antes de que te deriven para el centro hospitalario contratado con la aseguradora lo van a facturar?
Por cierto, también aquí se van los dineros como por entre los dedos; no por pillaje pero sí por gestión pública mejorable: ciudadano, autónomo, con dos seguros privados; enfermedad grave por la que está siendo tratado y recuperándose años ha en centro público. Perfecto. 
¿No podría la sanidad pública  facturar estos servicios a los seguros privados del paciente? Podría. Pero no lo hace. Porque, como señalamos antes, a nadie parece preocupar, ergo nadie osa enmendar y al Montoro le resulta más cómodo pisar los callos de quien está en orden y parado. Metafóricamente hablando, claro, claro; faltaría más.
 

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