NO MOLESTAR

Nadie tiene derecho a molestar a nadie, lo diga el primer ministro inglés o la mismísima Revolución Francesa. Y nada tiene que ver esto con la libertad de expresión, más bien con los buenos modales y la buena educación. Se puede disentir o criticar sin necesidad de agredir: faltar al respeto, insultar, reírnos de los demás, caricaturizarlos o simplemente pitorrearnos de sus creencias y convicciones nunca será prudente ni bueno. Cuando se pierden las formas y el respeto a los demás, las cosas acaban mal, no hay más que ver lo que está pasando.
En España tenemos bastante experiencia al respecto, el odio republicano a la religión acabó con casi 8.000 sacerdotes, religiosos y religiosas asesinados, e innumerables iglesias y templos quemados. ¿Se lo merecían?, creo que no, ni siquiera la mayor parte de ellos tenía nada que ver, por lo menos directamente,  con lo que se dirimía en la contienda. Fue un horror, no el único por supuesto, fruto de una terrible guerra civil, que trajo como principal lección la necesidad de disentir sin incitar al odio o llegar a las manos.
Todos somos las víctimas de la violencia, lo que no debemos es formar parte de quienes la incitan o la ejecutan. Cada uno sabrá donde acaba y donde empieza su derecho a oponerse contra lo que considera aberrante o injusto, incluso por qué medios combatirlo, pero también tiene que asumir su propia responsabilidad. Por muy equivocadas, atrasadas o desfasadas que puedan estar las opiniones y planteamientos de los demás, según nuestro buen saber y entender, nada justifica fomentar la burla o el desprecio contra las personas que las mantienen de buena fe.
Al inicio de la época colonial contemporánea, de la que pocos se acuerdan ya, Alexis de Tocqueville(1805-1859), promotor y conocedor como pocos del espíritu democrático, hombre de altura de miras y espíritu práctico donde los haya, buen conocedor de las grandes religiones, sin dejar de poner en evidencia las aberraciones que según él planteaban algunas de ellas, en particular el islamismo, mantuvo siempre opiniones nítidas sobre el respeto que los colonizadores debían tener para con las conciencias, los bienes y los comportamientos de los musulmanes.
Sin duda los planteamientos de Tocqueville no eran mayoritarios entre sus contemporáneos, contra sus opiniones la Cámara de diputados francesa no dudo en expoliar los bienes de las fundaciones religiosas de los musulmanes en algunas de sus colonias. La prudencia, el comportamiento razonable y hasta si apuramos el buen gusto siempre tendrán las de perder ante la prepotencia o los intereses de quienes se creer superiores. Nada justifica la violencia, pero no hay un derecho a molestar.

 

NO MOLESTAR

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