El gran teatro español: políticos en escenario virtual (I)

Mi espíritu cuando a un rincón crítico se retira, meditativo y anonadado, al contemplar el paisaje simbólico-virtual del último teatrillo catalán, queda indignado y triste, mirando a los mismos títeres políticos que esperpénticamente cambian el guión a mitad de la representación, sin ni siquiera intentar cambiar la careta, como si ya ante el gran teatro del mundo a nadie le importase su impostura. Desde ese rincón crítico, y con crecientemente escepticismo, aceptaría que todas esas figuras de opereta fuesen personajes que interpretan sus papeles con mejor o peor acierto, pero cuando la mayor parte de ellos ni siquiera conocen su papel y, casi siempre sobre la marcha, aceptan improvisarlo todo, queda de manifiesto que en su deformación cultural desconocen la historia épica de los clásicos libertadores y, además, desprecian aquellos códigos de honor.
Puede ser que en estos tiempos, los personajes que en el poder político institucional viven, casi virtualmente, y a los que ni siquiera nuestros jueces son capaces de sentenciar con rápida justicia. Quedan impunes así, con actos virtuales a las puertas del delito, en una especie de formalismo de intenciones políticas, mezclado con benévolos principios religiosos, morales, políticos y jurídicos, por estar ellos amparados bajo la inmunidad política o parlamentaria, que no tenemos el resto de los ciudadanos contribuyentes del estado. Esta clase de ciudadanos vienen de fábrica cubiertos con una capa de acero al cromo molibdeno, incombustible a todo desgaste ético legal, que les protege de la infracción de cualquier delito grave. Pueden finalizar sus actos como si sólo fuese un juego de mesa intrigante, entre tahúres del póker de ficción, apostando sin la menor responsabilidad, virtualmente territorios y patrimonios que no les pertenecen. Todos esos delitos, para otros ciudadanos y en otros países de nuestro entorno, además del bochorno ajeno, supondrían graves e importantes penas.
Actualmente, en los medios de comunicación, se escenifican las irrealidades simbólicas en tiempo real, con unos “arguntarios” propios de vendedores a puerta fría y, sin la mínima base argumental, cargados de múltiples, descaradas y esperpénticas mentiras. Estos neo-herejes políticos que han llegado a la democracia, para servirse a sus anchas, y dando sin fundamento gratuitas soluciones para resolver problemas estructurales complejos, para esa gran parte del inocente pueblo llano de parados e indignados. Cada vez está menos claro quién los puede parar. Si no lo hace la ley ¿volveremos a quedar al pie de los caballos con espadones salva patrias? Ellos, continúan celebrando sus actos, supuestamente democráticos, en las calles y en las plazas con la musicalización de bufones danzantes cargados de cascabeles. Hoy, para muchos ciudadanos de buena fe, ya empieza a desvelarse que en estos coros y danzas participan muchos estómagos agradecidos, presentes en el arco de las pantallas mediáticas como bailarines farsantes, a todas luces negras marionetas políticas, bien pagadas con dinero público al servicio de virtuales reyezuelos o de aristocráticas corporaciones que los subvencionan.

El gran teatro español: políticos en escenario virtual (I)

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