CATALINA PEQUEÑA

Para Marga, Mª José y Mª José, las tres hadas madrinas que la condujeron, de la mano, hasta su cuna

 

Ahora ya no les propinan cachetes en el pompis a los recién nacidos: les aplican masajes por la espalda. A Catalina y al resto de bebés, en su salida al ruedo de la Vida, no les colocan una especie de divisa: “Tú espera y verás de qué va esto…”. Las caricias esperando tu llegada… (No era forma de dar la bienvenida…).
Cuando, tras varias horas del “empuja y respira”, se la estaban colocando a su madre sobre el pecho, la mayor de mis infantas sonrió y dijo: “¡Pero mira qué linda…!” (y no mentía: todos los recién nacidos lo son; pececillos graciosos y voraces que han dado el gran salto hasta nosotros desde la tibia calma de los mares maternales).
En cuanto al padre, presente en el parto, entrenado en incontables sesiones de gimnasia mami-papi, aplicado estudiante de la teoría del qué hacer, para ayudar, en cada caso (además de sentir los brazos llenarse de temblores de ternura, procurando evitar, en lo posible, que el equipo médico advierta que tus ojos también han roto aguas, durante el mágico momento de contemplar la cabeza de tu hijo brotando, vencedora, del florecido cuerpo de su madre), seguro estoy de que entendió, nítidamente, en qué consiste la felicidad, y la alegría de haber estado allí para compartir la ceremonia de la venida al mundo de un nuevo ser, creado entre dos, a todo amor, vivida paso a paso y sin angustias (pienso en otros hijos de la crisis, nacidos en situación de desamparo).
El abuelo Cebolleta, siempre tan culterano, ya está pensando en la biblioteca de la recién llegada. Los dos primeros libros que voy a regalarle caen de cajón, supongo (sus heroínas se llaman Catalina): “Cumbres Borrascosas” y “The Taming of the Shrew” de W. Shakespeare (lo escribo en inglés porque su traducción al castellano podría sonar un poco fuerte; machista incluso, ea: se la conoce aquí como “La Fierecilla Domada” / Doma de la Bravía”).
 Pero, ¿sabes qué más…? Te lo dice tu abuelo: tú, ni caso… ¡No te dejes domar, Catalina pequeña…!

 

CATALINA PEQUEÑA

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