Fraternidad

Sonámbula garza de sombra marca las horas en la longitudinal esfera de un río de sueño. La vida es espacio allí donde ni uno ni otro gobiernan, allí donde ambos se funden sin confundirse con un cielo hecho de otra sustancia. Un cielo que nos abraza allí donde estemos y al que podemos abrazar allí donde nos encuentre. Un cielo que no es de nadie y para nadie y, sin embargo, es y está para todos.
Hablo del cielo por no hablar del hombre que soy ni de los hombres que seré, en la certeza de que solo así podré hacerlo con honestidad y desapego de toda tentación miserable. Hablo del cielo para hablaros de mí, en la desazón de haceros entender que no entiendo nada y que quiero entender. Nada tengo lejos de mí que no seáis vosotros, y me miro y os miro y no me entiendo ni os entiendo. Quizá sea que nada hay que entender, que todo está entendido, que no nos cabe otro remedio que tratar de entendernos para no entender que no nos cabe el entendimiento. Que estamos condenados a justificarnos, solo a eso, a condenarnos, solo a eso, y que solo ahí somos del exacto tamaño de lo que no debiendo ser es, y siendo no lo debiera. Lo digo, pero no lo entiendo, y miro al cielo y no lo entiendo, pero está ahí, como vosotros, y me abrazo a él y os abrazo, y eso sí lo entiendo, y en eso me entiendo, y os entiendo, y pienso, la fraternidad del hombre es el cielo que ciñe el entender y abraza el entendimiento.

Fraternidad

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