Estúpidos

si te asesinan en el nombre de dios, te están condenando a morir a manos de un cretino, de un bobo, de un idiota, de un ser sin sustancia ni fundamento, un jumento sin atisbo de razón.
Y es que morir porque alguien ha decidido que eres un ser desatento con su dios, un infiel, no me negarán que es indignante, para endemoniarse. Y, sin embargo, es así, un buen día un grupo de hombres decide que el mundo tal como está concebido ofende a su dios, y para remediarlo no se les ocurre otra idea que cometer un crimen atroz.
Se cargan de explosivos, fusiles, cuchillos…, y se lanzan a la calle, a matar sin otro criterio que hacer grande el número de víctimas, sin otro objetivo que el de cometer el mayor y más horrible de los crímenes posibles; a ser posible, asesinar a la humanidad no creyente, para que ni dios lo pueda creer.
A los occidentales nos repugna la idea, y le buscamos explicaciones ideológicas, sociales…, pero son teológicas y asociales, como lo son sus criterios respecto a los derechos humanos. Y si seguimos analizando sus horrores a la luz de tamañas disquisiciones no estaremos sino condenándolos a seguir siendo unos criminales sin traza de humanidad.
Por eso entiendo que a los sesudos tratados y oportunas reflexiones que al hilo de sus crímenes se escriben, tengamos la humildad y humanidad de hacer constar que asesinan porque no les cabe una idea propia en la cabeza, porque son cautivos de la supina estupidez.

Estúpidos

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