Deslíderación

El PSOE busca líder. Podemos, se debate entre líderes. Ciudadanos vigila a su líder. Al PP lo lidera esa guerra de liderazgos. Es ese el panorama de una clase política que busca en la teología lo que le niega la ideología. A la par que sofocan en el mito el desdén que sienten por la razón.
Esa fórmula solo sirve a los partidos nacionalistas, que encuentran en la teología de lo nacional el material ideológico que les permite mandar sin gobernar, por la sola fuerza de esa indolente pasión. Para los demás, la ideología es muerto viejo. Ceniza de otro tiempo con el que han ido parcheando de ambición nuestras ambiciosas frentes los miércoles del calendario electoral. La ideología tiene sentido cuando la demanda social está abierta a aceptar la renuncia en favor de aquellos valores que hacen grande a una sociedad, la solidaridad, la justicia, la dignidad.
La masa votante exige estado del bienestar, un invento nacido de la perversa utilización que desde la política se ha hecho de la mentira, y que ha convertido a los ciudadanos en seres alejados de la realidad que sostienen y de la que esperan y a la que demandan lo que no dan. Para sustentar esta utopía no se necesitan políticos sino administradores, porque no se trata de gestionar una idea social sino convertir al estado en una sociedad rentable y capaz de gestionar sus recursos. Y para esta tarea no sirven ni los demagogos ni los siervos de su necedad.

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