Subido a un pedestal

a promoción del deporte base debe ser una prioridad para las administraciones, unas favoreciendo las infraestructuras, otras dotándolas de medios, y otras ponen en orden los recursos disponibles y organizan las actividades en función de la demanda o delegan en los clubes en el supuesto de que estén dispuestos a ello. Eso sí, en el caso de las instituciones públicas no debe haber favoritismos entre un deporte y otro porque de lo que estamos hablando es de niños, jóvenes que necesitan el ejercicio físico como complemento indispensable de su formación.
Generalmente ocurre así, los concellos establecen mecanismos de cooperación con los clubes para no duplicar gastos y se encargan de aquellas modalidades que no suelen tener una entidad de referencia y que cuentan con una demanda suficiente. Cae de cajón que la cuantía económica a satisfacer a cada equipo varía en función del número de fichas para no romper el principio de la proporcionalidad. 

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