Históricos

Los homenajes póstumos no sirven para enjuagar las lágrimas de quien ha sufrido persecución y terror durante décadas, pero al menos valen, eso creo, para aliviar la rabia acumulada en el corazón. Tantos años clamando justicia a gritos apenas les han servido para que algunos, los que han sobrevivido o los que conservan la conciencia, se empeñen día a día para que los crímenes cometidos durante la infame dictadura, una vez que la mayoría de los culpables han quedado impunes, no caigan en el olvido.
Algo que en principio debería unir a toda la sociedad se ha convertido en otro foco de polémica política. En pleno siglo XXI sigue habiendo cargos electos devotos del dictador y otros que añoran los tiempos de los paseos y del miedo a quien piensa en libertad y de forma diferente. Aquella tragedia dividió al país en dos bandos y la democracia todavía no ha podido curar del todo las secuelas. Han sido muchos los que se han quedado en las cunetas.

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