Pero, ¿hay otro paraíso?

DIurante muchos años nos repitieron donde estaba “El Paraíso”. ¿Recuerdan? Allá arriba, entre nubes y, como esta vida es un infierno para una gran mayoría de mortales compramos la idea. Hace poco nos descubrieron que había que poner algunas acotaciones a la idea primitiva y, creo recordar, que ya no hay nadie con llave para abrir la puerta y, ya por último, los más conocidos, celebrados y usados, son los paraísos fiscales.
Ya saben que Europa, con dos pares, está muy cabreada con eso, pero también conocen que el “paraíso” es para unos pocos ¿por ejemplo?, pues la banca a la que Rajoy rescató con nuestro dinero. Las grandes eléctricas que ganaron cuatro mil trescientos millones en los últimos nueve meses, mientras, aquí en el infierno, el recibo de la luz se pegó el subidón de un trece por ciento.
O sea, que aquí hay que usar la calefacción aunque esto sea un infierno. En los paraísos fiscales no están los malos, sino los mejores escondiendo el dinero.
El primer gran juicio de la Gürtel, a punto de acabar, ya nos deja un retrato de la corrupción “como medio de vida, resumió la fiscalía, que así es la trama “Gürtel”, que con sobornos y comisiones, camufladas bajo el disfraz de donaciones, acababan en la caja “B” del PP. Aquello era un paraíso y uno de sus visitantes más conocidos es el expresidente de la Comunidad de Madrid, otra rana de Esperanza.
Con ese dinero los populares llegaban al cielo político (ayuntamientos, diputaciones, Congreso de los Diputados, Senado, Gobierno), según explicaron policías, fiscales, jueces, guardias civiles e incluso inspectores de Hacienda.
Pero si había alguna duda de que aquello, eso mejor dicho, de que los paraísos fiscales existen, nos lo ofrece el fundador de aquel fervoroso grupo llamado Legionarios de Cristo” fundado en claustros e iglesias, pero que tenía en las Bermudas su santo principal, el dios dinero. Claro que el gran jefe de ese grupo necesitaba un pastizal, pues su vida sexual fue muy activa –acusado de abusos a una docena de jóvenes, padre de tres hijos, etc.– y hay que currar mucho para levantar tamaños “paraísos” en este mundo infernal.
Pero no se apuren que hay más paraísos: o noso presidente, el señor Feijóo, en un acto de fe que merece nuestro reconocimiento, ha dicho que “se debe galleguizar España”, aunque este lado del telón de grelos, se encuentren los trabajadores peor pagados y los pensionistas que menos cobran.

Pero, ¿hay otro paraíso?

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