La culpa es de la Academia

Bajada de telón del ciclo principal programado por el municipio coruñés en el Rosalía de Castro. El éxito del buen hacer y temple asumido como divisa de una acreditada ganadería de reses bravas. Sobre las tablas el elenco Teatro de la Abadía que ofreció dos representaciones en clamor de multitudes. Inteligente autoría y eficaz dirección de un cómico, devorador de pueblos, Alfredo Sanzol, bajo el título “La ternura” que se cuela hasta los entresijos del alma. Buen armazón escénico. Discreta escenografía y vestuario de Alejandro Andújar. Feliz iluminación de Pedro Yagüe e inspiradísima música de Fernando Velázquez.
Una sonrisa así de grande en el corazón para charlas con estos personajes reflejo de tantos que pasan al lado nuestro en la calle. Reina –medio meiga– que viaja con dos hijas princesas en la Armada Invencible por orden de Felipe II. Destinadas, por razones de Estado, a casarse con nobles ingleses tras la victoria española. La reina odia a los hombre porque la privaron de libertad. Tampoco quiere ese destino para sus hijas y aprovechando que pasan cerca de una isla desierta, crea una tempestad y naufraga el barco. Lo malo es que en el mismo lugar vive un leñador con dos hijos que huyeron de las mujeres... Aventuras, diálogos, requiebros, deseos, ansiedades. Enredos, celos, amores. Al final se abre la lata de la ternura entre todos los personajes.
Para jugar esta partida se necesitan ases. Actrices y actores desnudan sus buenas hechuras y el talento necesario para dar vida al carro de la farándula. Paco Déniz, Javier Lara y Juan Antonio Lumbreras dan en esos leñadores de cuento buscados desde la infancia. Elena González agita vientos y promueve serenidad, descubriéndonos finísima piel sonrosada. Natalia Hernández supira por esas historias que nos atrapan junto a Eva Trancón, princesas de amoríos e ilusiones.

 

 

La culpa es de la Academia

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