Europa, en el laberinto

o del Brexit, ya nos queda “viejuno” y, por otro lado, Junker insta a Berlín y a París para “elevar la ambición del proyecto europeo” y si hacemos caso a la prensa hay “alarma en la Unión Europea ante el avance de los populismos en el Báltico y Centroeuropa. 
Y alertan de la eurofobia en Polonia y el ultranacionalismo en Hungría, mientras cruzan los dedos para que los extremistas de Italia no suben el volumen de sus quejas. 
Te han contado que los daneses ya tienen a la ultraderecha en su DNI y que “lo” del Partido Popular danés, parece ser contagioso tal como puede verse en Suecia, donde los xenófobos ya alcanzan los 58 escaños, nueve más que en los últimos comicios. 
Y pongan la guinda sumando el virus identitario en las repúblicas bálticas, donde el Partido Popular y Conservador en Estonia, Letonia y Lituania se han unido y van “como balas”. 
Islandia vuelve a las urnas y el partido independentista se lleva cuatro de cada diez votos seguido de la Izquierda Verde, con un veinte por ciento, no les llega para asumir el Gobierno, pero sí para hacer ruido, anunciando que entrar en la Unión Europea no es una prioridad y es que el 59,6 por ciento de los islandeses no quieren formar parte del club, ya que “el paraguas de Bruselas está cada vez más lejos para un país que se siente a caballo entre Europa y América”. 
Por su parte, los independentistas corsos creen que hay que “encontrar el camino de diálogo y que la Unión no debe ser únicamente la Europa de los Estados y menos aún de la razón de Estado”.
Como vacuna el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, anima a los estados a gastar más en sanidad y educación, reducir los impuestos (señala preferentemente el IRPF) para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos y acabar, o al menos reducir las desigualdades. 
No hace falta recordar que en España el gasto público es menor que la media europea y, según el Eurostat, todavía no se han recuperado los niveles de inversión anterior a la época de los recortes y que aumentó el coste de la vida y que trabajadores y jubilados perdieron poder adquisitivo. Europa, y también, por supuesto, en España, necesita afrontar una serie de reformas para mejorar el nivel de vida de sus nacionales y un debate en profundidad que apunte hacia dónde vamos para salir del laberinto.

Europa, en el laberinto

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