Marianito, pan y vino

El manido y magreado asunto del presidente de la Comunidad de Murcia es otro caso paradigmático de la calidad moral que enmierda al Partido Popular, donde “todo es mentira, menos algunas cosas”, que dijo el nacho aquel del plasma, elemento transparente y ejemplar que colabora con la Justicia destruyendo discos duros, por muy duro que sea hacerlo, y esclarecer la verdad. 
Los recursos dialécticos para demostrar que uno es inocente de lo que le acusan son los mismos que los de cualquier chorizo: ¡Soy inocente! La culpa fue de otro. Yo no sabía nada. Nadie me dijo lo que ocurría o, yo solo pasaba por allí. Todas ellas refrendadas con la presunción de inocencia, en el peor de los casos. Al lado de este personal, el pobre Marcelino, el de la película aquella, no era más que un puto ladrón que robaba el pan y el vino de los frailes para dar de comer a Cristo. ¡Ah, que era un niño inocente! Pues peor me lo ponéis, nenos.
 

Marianito, pan y vino

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