Deberían cuidar las palabras

El humorista Puebla publicó el miércoles 1, día señalado para visitar los cementerios, una viñeta en ABC en la que un hijo está sentado sobre la tumba de su padre y le dice: “Papá, no sé si lamentar lo que te estás perdiendo o dar gracias a Dios por ello”. Ese día lo que estaba perdiendo su progenitor era el efecto de la aplicación del artículo 155 en Cataluña, que parecía calmar las aguas del independentismo.
Pero el personaje de Puebla aún no conocía la huida de casi medio Govern y el encarcelamiento de la otra mitad que creó gran convulsión y soliviantó a varios líderes políticos, también en Galicia, que reaccionaron de manera extemporánea con palabras tan gruesas que cuestionan nuestro Estado de Derecho, la independencia de la justicia y afirman sin rubor que los políticos encarcelados son presos políticos.
Cualquier ciudadano progresista o conservador, de izquierdas o de derechas vio como el gobierno de Cataluña incumplió la Constitución y las leyes del Estado, creó una legalidad paralela y acabó declarando la independencia y, aunque no conozca las leyes, sabe que se cometieron varios delitos que determinará la justicia.
Esos mismos ciudadanos saben también que España es una democracia homologable a las de nuestro entorno, hay división de poderes, elecciones limpias, debates parlamentarios en libertad y nadie es perseguido por sus ideas aunque cuestionen la democracia misma.
Por tanto, a los políticos hay que pedirles que sean más rigurosos con las palabras que, dice Alex Grijelmo, “forman el alma del diálogo y construyen la convivencia. Si nos fallan las palabras todo se derrumba, a partir de ellas se construye todo lo demás”.
¿Por qué los mismos que pusieron en valor el Estado de Derecho cuando un juez llamó a Rajoy a declarar en la Audiencia Nacional cuestionan ahora el auto de la juez Lamela y vierten falsedades sobre la justicia y la democracia?
Don Ramón de Campoamor escribió “en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con qué se mira”. Traducido a lenguaje de los políticos quiere decir que la justicia es buena si sentencia a gusto de ellos y está dirigida por el Gobierno cuando sus decisiones no coinciden con su visión parcial de los hechos.
Deberían ser más respetuosos con la democracia reconquistada que ellos disfrutan, de la que es parte sustancial la justicia que habla a través de sentencias y autos, como el de la juez Lamela, que hay que respetar.

Deberían cuidar las palabras

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