Tres eran tres...

Esta semana distintos temas han revoloteado por mi cabeza a la hora de ponerme ente el ordenador para pergeñar mi artículo. Al final, después de pensarlo mucho, ninguno de los tres que he escogido ha tenido más fuerza que el otro para que sobre él pudiera plasmar mis impresiones. De ahí que me haya decidido por valorar las tres opciones: sindicalismo; un cantante que da el cante, Lluís Llach y los mareos podemitas de Pablo Iglesias. O lo que es lo mismo: analizar la cada vez más menguante movilidad y fuerza de los sindicatos, las estupideces que con la edad dice el otrora cantautor del pueblo Lluís Llach, y los mareos de los de Podemos con un Pablo Iglesias, en verdad mareado, con su moción de censura al presidente del Gobierno.
Hace algún tiempo que profundicé en el sector de los sindicatos para incidir en que se trata de unos colectivos fundamentales en nuestro estado de derecho y que pierden fuerza a pasos agigantados. Este último Primero de Mayo volvieron a demostrar en las calles el bajo poder de convocatoria que tienen. Además, se comprobó que cada vez son de más edad las personas –sobre todo jubilados– que se suman a recorrer las calles. La juventud les sigue dando la espalda. Los jóvenes, grandes sufridores de la precariedad laboral, buscan perfiles reivindicativos distintos a los que se les ofrece desde la clase sindical: colectivos, agrupaciones, movimientos, ONG, etc. Soy de los que creo que los sindicatos o se acomodan a los tiempos que vivimos o su porvenir no es nada claro. Ahí van dos datos: el acomodo de sus cargos, ya que muchos se han hecho profesionales del sindicalismo y se renuevan de forma muy lenta, o la inutilidad total que tienen los liberados que cuestan tanto dinero.
Me adentro en las cepas vinícolas de Lluís Llach, el que otrora fuera nuestro referente cuando defendíamos los derechos universitarios encerrándonos en una facultad y manteniendo largos meses de huelga. Creo que al cantautor la graduación de sus vinos del priorato se le subió a la cabeza. Ahora que vive del erario público, no de sus actuaciones, se le ocurre decir que utilizará la garrota que criticó en los años sesenta del siglo pasado para dar con ella en la cabeza a los funcionarios que no cumplan las leyes catalanas…
Finalmente, creo que Pablo Iglesias se marea tanto como los militantes de sus partidos coaligados por las tierras gallegas. Hasta ahora el politólogo, que es así como le gusta que le llamen, nos tenía acostumbrados a sacar de la chistera de la política algún que otro nuevo “conejo”. El de ahora ha superado a los anteriores. Avanza una moción de censura que no sabe ni cómo será, ni cuándo será, ni con quien será. Un total galimatías. Humo del de verdad y en política hay que ser más trabajador y creativo que para eso vive usted de los dineros públicos.
Tres eran tres y como las hijas del rey ninguna era buena. Estas tres cuestiones que comento tienen espacio reservado por separado en el baúl de los recuerdos de la añorada Karina.

Tres eran tres...

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