¡Se levante el telón!

recuerdo que de niño jugábamos a adivinar el título de una película utilizando un juego muy sencillo: Se levantaba el telón y se veía algo en el escenario. Al bajarlo se preguntaba, teniendo en cuenta lo que se podía imaginar nuestro interlocutor, el título de la película. Había que ser imaginativo para que esbozando siempre una sonrisa se adivinara el filme al que nos referíamos.
Dentro de tres días se va a levantar el telón catalanista de cuyas cuerdas de tramoya tiran los separatistas y secesionistas. Llevan mucho tiempo con el telón bajado pero con cientos o miles de actores protagonizando en las calles representaciones de baja estofa y de poco calado realista, ofreciéndonos una especie de vodevil, que en ocasiones roza el esperpento más simbólico de nuestro paisano Ramón María del Valle Inclán.
Se levanta el telón después de muchos meses de continuas mentiras y tópicos preparatorios de la proclamación de la República de Cataluña (sic).
Sería muy prolijo enumerar todo lo que hemos escuchado largar por la boca de esos políticos secesionistas. La prueba más palpable y palmaria de lo que decimos la capitaneó el presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont cuando se enfrentó a las preguntas del periodista Jordi Évole. Hizo el ridículo en su máxima expresión. No se salió de los tópicos y las mentiras de siempre.
Cuando a un personaje como Puigdemont se le aprieta un poco, lo único que se consigue es que deje aflorar sus pensamientos y miserias encaminados por el carril en el que no existe nada ni a derecha ni a izquierda. No se sale del guion preestablecido, prefijado, con una serie de frases de manual que no tienen contenido y que no sabe defender cuando se le repregunta. Sobre todo cuando se habla de referéndums en otros países a los que con su voto negó en el Parlamento de Cataluña su posible realización.
Se levanta el telón y desde la distancia kilométrica que me separa de Cataluña muestro mi preocupación. El domingo puede pasar de todo. Siento no poderles decir el nombre de la película ya que en el escenario los personajes que aparecen me obligarían a ofrecer títulos nada esperanzadores muy relacionados con golpes de mano, algarabías callejeras o con repúblicas bananeras.
Los catalanes de bien, que sin lugar a duda son mayoría, se merecen otra cosa

¡Se levante el telón!

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