Voaxa e carmín

 

En el teatro Rosalía de Castro, ciclo principal, con lleno de representaciones, se estrenó “Voaxa e carmín”, de Esther F. Carrodeguas, premio Abrente de textos dramáticos 2015. Las coprotagonistas, Maruxa y Coralia, salen a pasear maquilladas hasta grados inverosímiles. Recorren las principales calles de Santiago de Compostela bajo la lluvia, el sol, el tiempo apacible o en pleno temporal. Saludan, sonríen, piropean a los estudiantes, insultan a las chicas. Compran vino Sansón y galletas María.
Coproducción ofrecida por Butacazero y Emedous bajo la impecable y milimétrica dirección de Xavier Castiñeira apoyada en una escenografía de proyecciones, música, gestos y efectos especiales donde las rúas compostelanas asumen postureo revelador. Desde las mesas donde se acicalan las heroínas –nos reciben con telón alzado– limitadas al foro por un enorme biombo que nos  sitúa en la ciudad del Apóstol y se abre de inmediato utilizándolo como pantalla descriptiva del pasaje urbano.
La obra está representada por unas magníficas damas de nuestra escena, Mabel Rivera y Belén Constela. A veces sus diálogos disparatados y enfáticos no llegan con nitidez a los espectadores. Pero la gestualidad histriónica, hondura humana y andares se identifican plenamente con aquellos tipos tan populares. Yo, particularmente, recuerdo a tres deambulando por la alameda, rúa del Villar y Preguntoiro. Sin embargo, el tiempo sólo ha perpetuado oficialemente a estas dos que atraviesan la escena como “dramatis personae”. Quizás su carácter localista y frívolo les recorta alas para alzar vuelo. El tema no interesa en otras latitudes y aparece muy lejano a las gente de hoy y sus problemas. No obstante, las andanzas de Maruxa y Coralia nos conmueven por su incapacidad para la interlocución conforme demuestra la carta final escrita de viva voz a un pariente próximo que vive lejos… ¿Las Marías fueron unas locas muy cuerdas?

 

 

 

Voaxa e carmín

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