La aventura de unos jubilados

No se trata del título de una película de aventuras, pero es como si lo fuese; parece sacado de un guión cinematográfico lo acontecido con 53 jubilados de un autobús de la empresa Rivas, cuando procedía a la recogida de los veraneantes del Inserso que regresaban a Santiago el día 21, tras pasar unos días de asueto en Benidorm. Todo había ido bien hasta entonces, cuando sin saber los motivos se encontraron con una pesadilla al intentar a llegar a sus casas en el bus. Quedaron retenidos sin saber las causas, porque tampoco hubo explicaciones de los responsables del desaguisado.
El avión de Air Europa, regresaba con más de 180 personas del Inserso a bordo y tomó tierra en Lavacolla con normalidad. Los viajeros recogieron el equipaje y fueron embarcados en sus los buses con destino a sus lugares de origen. El que debía tomar el camino de la ciudad coruñesa, con 53 personas a bordo, se vio bloqueado de forma injustificada por los responsables de seguridad de aeropuerto, que se negaban a levantar la barrera de salida, lo que ocasionó un revuelo entre los jubilados que transportaba el bus, que estuvo retenido sin justificación más de 30 minutos. En medio del revuelo, se hicieron dos llamadas; una al 112 para que enviase una patrulla de la Guardia Civil a levantar acta de lo que ocurría, pero este servicio en lugar de recoger la queja y trasladarla al cuerpo correspondiente, se limitó a excusarse y aconsejó que se llamase a la Policía Local de Santiago. Así se hizo, pero tampoco hicieron nada porque no era competencia suya. Hasta que por fin un guardia de seguridad del aeropuerto se acercó y levantó la barrera.
Ahora viene la reflexión de un acto que no tiene sentido y que perjudicó a los jubilados por la tensión nerviosa que se vivió. Además se formó una cola, pues había otro autobús con pasaje del avión, así como numerosos vehículos particulares y de servicio público.
Los jubilados se vieron en aquella trampa como unos rehenes de algo que no entendían y de lo que esperan explicaciones. Se requieren una investigación de lo ocurrido, no solo en el aspecto de la seguridad del aeropuerto, sino también habrá que depurar responsabilidades administrativas con el 112 por no tomar nota de qué ocurriría, al no reportar el aviso de la llamada que alertaba de loa que acontecía con la expedición turística. La Policía Local santiaguesa se limitó a excusarse con que no era competencia suya, pero tampoco se brindó a llamar a los responsables que pudiesen intervenir. Cuando se iba a llamar a la Guardia Civil, apareció el agente de seguridad y levantó la barrera de muy mala gana. Alguien tendrá que dirimir responsabilidades para aclarar lo sucedido, los jubilados se las merecen y esperan tenerlas. Si esto hubiese acontecido con un grupo de menores de edad, el escándalo habría saltado a la prensa, pero como eran unos jubilados se quedó en una mera anécdota para unos y un susto para otros al ver que la barrera no se abría, el tiempo pasaba y nadie miraba por ellos. Es lo que tiene al ser mayor, que al final se siente uno abandonado a su suerte porque la burocracia en este país no tiene límites.

La aventura de unos jubilados

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