Venezuela, hacia el abismo

El Gobierno de Venezuela se desliza hacia una dictadura sin otro objetivo que perpetuar en el poder a Nicolás Maduro y con él a la camarilla de políticos y militares que han convertido en negocio el legado político de Hugo Chavez. La extemporánea convocatoria para votar una Asamblea Constituyente es una maniobra del régimen para acabar con el actual Asamblea elegida legítimamente. Un Parlamento en el que lo diputados chavistas están en minoría.
Si, como parece, Maduro mantiene la convocatoria ignorando el requerimiento de la comunidad internacional (desde la OEA a la Unión Europea, pasando por el Gobierno de EEUU) para que la retire, la tensión política que soporta el país puede provocar un estallido de violencia de difícil control. Hasta el momento los líderes de las fuerzas de oposición (Leopoldo López, Henrique Capriles, Antonio Ledezma) han conseguido encauzar las protestas. Y la veintena de partidos que componen la Mesa de la Unidad Democrática le han ofrecido a Maduro abrir un diálogo si cancela la votación. Está convocada una huelga general y una gran concentración en Caracas, pero la actuación represiva y desproporcionada con la que suelen responder la Policía y las provocaciones de las brigadas chavista (cuadrillas motorizadas que atacan de manera indiscriminada a los manifestantes) podría desbordar el escenario.
A ese clima de incertidumbre contribuye la posición del Ejército. Las palabras del ministro de Defensa Wladimir Padrino respaldando la celebración de la consulta rompen la exigible neutralidad de los uniformados cuyo deber, según el mandato constitucional, es asegurar la defensa y libertad de los venezolanos. De todos, no solo de los que se declaran partidarios del actual Gobierno.
Gobierno que, por otra parte, ha demostrado una total incapacidad para enfrentar los gravísimos problemas de Venezuela, país de grandes recursos naturales: petróleo, minerales, madera, agricultura, está desabastecida. La pésima gestión del Gobierno de Maduro ha metido al país en una espiral de miseria y violencia. Más de 25.000 homicidios en un año. Muchos ciudadanos se han marchado. Los que no pueden hacerlo sufren todo tipo de penurias. La demagogia chavista ha dividido al país y en esa división fermenta el peor de los gérmenes: una deriva hacia el enfrentamiento. Hacia la guerra civil. Nicolás Maduro se ha revelado como un personaje atrabiliario. Un político sin escrúpulos y a todas luces carente de la formación necesaria para liderar un país. Quienes desde España justifican sus medidas autoritarias no pueden llamarse demócratas. Son cómplices de una dictadura.  

Venezuela, hacia el abismo

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