Siempre será el Rey

Está feo auto citarse pero valga la ocasión. El pasado miércoles, varias horas antes de que se iniciara en el Congreso la sesión parlamentaria solemne en recuerdo de las primeras elecciones democráticas, dije que me parecía una injusticia que no estuviera prevista la presencia del Rey Juan Carlos I, felizmente vivo. Me parecía fuera de toda lógica que alguien se hubiera atrevido a marginar al primer timonel de la Transición. Otros compañeros de tertulia se sumaron a esa observación.
Quienes vivimos los procelosos días de aquél período germinal de nuestra reciente Historia, recordamos como si fuera ayer el papel mediador y motor de Don Juan Carlos. Fue una aventura colectiva, es cierto, pero como en tantos otros procesos de la vida unos estaban al timón y otros remando. Estoy seguro que los ochenta y tantos parlamentarios que salieron elegidos entonces y que siguen entre nosotros y a quienes vimos emocionarse al recibir la medalla conmemorativa habrían completado esa emoción de haberla recibido de manos del hoy Rey Emérito. ¿A quién se le ocurrió que su presencia podría restar protagonismo a Felipe VI? ¡Qué gran error¡
¿En qué protocolo está escrito que quien se mantuvo en primera línea los días en los que España vivió peligrosamente no podía estar presente en un acto que pretendía rendir homenaje a cuantos hicieron posible cuadrar el círculo que por aquél entonces suponía pasar de una dictadura a una democracia? El feo ya está hecho. Pero Felipe VI debería guardarse de los turiferarios que le han malaconsejado. Al marginar a su padre ha marginado a muchos españoles que profesamos afecto a nuestro rey Emérito.
Al abdicar no firmó su muerte civil. Él ya no tiene que demostrar nada. Intentar marginarlo, es peor que un error. Sería pintoresco que a estas alturas del nuevo siglo alguien intentara poner en pie cultos a la personalidad ajenos a nuestra restaurada Monarquía. Don Juan Carlos tuvo el acierto de no crear una Corte, una camarilla de validos y palmeros. La sociedad española guarda estima a don Juan Carlos. Es un sentimiento transversal que cursa al margen de las ideologías. Fueron muchos los días de zozobra comunes vividos por la generación de la Transición. No creo exagerar al decir que somos muchos los republicanos que sentimos simpatía y afecto hacia su persona. Mientras viva, seguirá siendo el Rey.

Siempre será el Rey

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