Fantasmas del pasado

Un dicho castizo dice que el mejor profeta del futuro es el pasado. En todo caso, el pasado condiciona de una manera u otra el destino de los pueblos. Es algo inevitable. 
La historia europea está llena de guerras y de invasiones, las cuales hicieron que las fronteras de muchos países se movieran constantemente. En la Primera Guerra Mundial, sin ir demasiado atrás en el tiempo, desaparecieron estados, se desintegraron imperios, fue una catástrofe que modificó profundamente el mapa europeo. Y como si esa fuera poco, unos años más tarde los nazis provocaron otra carnicería que volvió a rediseñarlos de nuevo; en pocos años un determinado territorio o país pasaba a ser de otro estado. Así que, todos esos enfrentamientos del pasado hacen que a la mínima afloren viejos rencores, fobias y hasta odios. Suponemos que es nuestra condena.
A los polacos, por poner un ejemplo, no les gustan ni los alemanes ni los rusos. Los primeros por las atrocidades  que cometieron los nazis en el país, y los segundos por la masacre de Katyn y otros episodios pasados. Aunque también es verdad que de un tiempo a esta parte disminuyó la germanofobia, creciendo el sentimiento anti-ruso. 
Pero eso tiene una explicación. Cuando se desintegró el campo socialista esas dos fobias estaban muy igualadas entre la población polaca, lo que ocurrió es que al entrar el país en la UE y en la OTAN los poderes fácticos occidentales influyeron en las élites políticas polacas para tratar de desmontar el prejuicio anti-alemán al mismo tiempo que continuaron alimentando –en aras de objetivos claramente geopolíticos– un feroz y sinsentido sentimiento anti-ruso. Pero eso tampoco significa que ahora “adoren” a los alemanes. 
En el Viejo continente los intereses de unos y de otros –casi siempre ilegítimos– estuvieron encontrados. Sin ir más lejos, los de Francia y Alemania. El “cariño” fraternal que actualmente se profesan franceses y alemanes no es auténtico, aunque lo digan sus políticos. De fraternal solo tiene el nombre. Esas dos naciones –además de Rusia e Inglaterra– mantuvieron constantes disputas en el pasado. La rivalidad siempre fue el leitmotiv entre teutones y gabachos. Desde luego, hoy, dada la fuerza económica de la potente locomotora germana, París se ve obligado a someterse a los dictados de Berlín. Las cuestiones económicas parecen tener prioridad, aunque la desconfianza mutua siga ahí, latente.
Las guerras, las invasiones y las anexiones en Europa produjeron fronteras absurdas, puesto que crearon nuevos estados, algunos artificiales como el caso de Ucrania. Ese país eslavo formó parte del Imperio Ruso durante varios siglos, de hecho los orígenes de la nación rusa están en Ucrania. En el siglo IX la Rus de Kiev abarcaba los territorios de Ucrania, Bielorrusia y la Rusia europea, formando una federación de tribus eslavas. Todos los territorios que están al este y al sur de Ucrania son de cultura rusa. Y su zona occidental, la región de Galitzia, perteneció anteriormente a polacos y lituanos. Otro ejemplo es Moldavia, una región de ese país perteneció al antiguo Reino de Rumanía, que la había anexionado en la Primera Guerra Mundial con la idea de hacer la Gran Rumanía. Y así podíamos continuar hasta terminar en la región de francesa de Alsacia, que a aunque étnicamente ha cambiado mucho, hoy es más francesa, culturalmente sigue siendo alemana.
La realidad es que en los últimos dos siglos tuvieron lugar demasiadas confrontaciones y cambios en Europa que generaron enemistades, antagonismos, rencillas y hostilidades de todo tipo. 
Todo eso nos demuestra que no estaba preparada para alcanzar el modelo actual integración, máxime cuando existe en él una importante carencia de transparencia democrática. Por lo tanto, teniendo en cuenta lo que está pasando sería un sinsentido soñar con una federación europea. La opción más realista es desandar lo andado, es decir, que Bruselas devuelva parte de la soberanía a los estados y que solo se mantenga el mercado único. En el que debió quedarse.
Los fantasmas no son figuras retóricas, son reales. Y Europa es víctima de ellos. 
 

Fantasmas del pasado

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