En clave otomana

La amistad entre los estados, salvo raras excepciones, no existe. Lo que sí existe son socios y sociedades, por lo tanto, abandonar una sociedad o cambiar de socios es una práctica habitual.   
Esto viene a colación por lo que está sucediendo con Turquía. ¿Quién iba a imaginarse hace solo un par de años el giro dado en su política exterior? Esas cosas ocurren cuando de pronto cambian los intereses. O cuando los que están gobernando lo perciben así. 
El caso es que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su Partido de la Justicia y el Desarrollo, han dado un golpe de timón en sus relaciones internacionales. Un golpe que todavía no se sabe la magnitud real, ni las consecuencias que tendrá en el nuevo realineamiento que se avecina.
El currículo político del presidente otomano dice que no es de fiar, aunque a decir verdad hoy en día hay pocos políticos de fiar, empezando por la tropa de desleales y “bon vivants” que dirigen la UE. En todo caso, esta vez parece que el turco no va de farol. Hasta Merkel está preocupada, aunque evita amenazarlo porque sabe que Turquía no es la pequeña y desvalida Grecia.
El acercamiento de Ankara a Moscú y al bloque euroasiático, liderado por China, hace presagiar cambios geopolíticos importantes. Hay que tener en cuenta que Turquía, además de su potencial militar y económico, es un país que está en una zona estratégica.
La compra de los misiles antiaéreos a Moscú, los temibles S-400, es un indicador de que Ankara quiere hacer una política independiente, marcando distancias de sus socios occidentales. 
Tan es así, que si se concreta la operación y empiezan a llegar especialistas militares rusos al país, que es lo normal en estos casos, sobre todo teniendo en cuenta que Moscú no vende ese tipo de armas a cualquiera, el gobierno turco entraría en colisión directa con los intereses de la OTAN, dado que haría inservible la defensa del flanco sur atlantista. Por lo tanto, no tendría sentido que siguieran manteniendo a Turquía como socio.
Un diario turco cuenta que las primeras baterías de  misiles rusos serán emplazadas en la frontera turco-siria y el resto cerca del mar de Mármara. Lo que significa que una buena parte de los espacios aéreos de Grecia, Bulgaria, Siria, el norte de Irak, incluso el Cáucaso sur, quedarán bajo su radio de acción, proporcionándole al ejército otomano un gran poder defensivo y ofensivo.
A todo ello hay que añadir que las relaciones económicas ruso-turcas vuelven a fluir con fuerza. Proyectos como el gaseoducto Turkish Stream y la central nuclear de Akuyyu, que construye la rusa Rosatom, profundizan y amplían esa relación.
Atrás queda lo del derribo del Su-24 por cazas turcos, un incidente que produjo fuertes tensiones entre ambos países. 
Fue algo extraño, tanto, que se dice que no fue ordenado por Erdogan, sino por alguien de su ejército que obedecía otras órdenes; parece que existía un interés en romper la buena sintonía entre Moscú y Ankara.
Un proverbio turco dice justamente que ningún camino es largo en buena compañía. Y al presidente turco parece que se le hace angustioso recorrerlo en compañía occidental; quizá porque le prometieron cosas que jamás cumplieron.
En la guerra de Siria parece que le dieron a entender que si era “buen chico” lo iban a premiar. Pero allí las cosas se torcieron. Todo indica que había –después de hacer correr a Assad el destino de Gadafi– un plan para trocear el país y repartir los pedazos con los amiguetes; entre los que estaba el otomano.  
Pero de pronto, para sorpresa de muchos, llegó Putin y pateó el tablero donde se jugaba la partida siria. 
Y eso obligó a los jugadores a empezar una nueva. Aunque esta vez bajo otras reglas: las del ruso.
Sin duda, estos acontecimientos debieron haber influido en el presidente turco a la hora de repensar y reorientar su política exterior. Un cambio que parece no tener ya marcha atrás.
Probablemente cree, como gran admirador del Imperio Otomano que es, que sumándose al bloque euroasiático tendrá más libertad de acción para poder  aumentar el peso y también la influencia de Turquía en toda la región. Quizás.

En clave otomana

Te puede interesar