El mundo que viene

Se aproximan cambios profundos en el mundo laboral. Cambios que transformarán por completo las relaciones laborales y también nuestro modo de vida.  Aunque poco se habla de ellos.
En estos tiempos se discursea de casi todo, menos de lo que realmente interesa. Los problemas importantes se  posponen o no se mencionan, se nota que hay un interés sospechoso detrás. En su lugar, y para desviar nuestra atención, se producen falsos debates. Lo triste del asunto es que la mayoría de los ciudadanos de a pie no son conscientes del “juego”.
La realidad del mundo laboral es mala, pero los pronósticos son peores. Por lo tanto, el sentido común dice que algo deberá hacerse para cambiar la situación. Aunque aquí surge una duda ¿permitirán cambiarla los que sacan provecho de ella? Difícil.  
Modificar o cambiar el actual modelo de desarrollo por otro más razonable no es tarea fácil. Los que están en contra tienen demasiado poder. Tanto, que no quieren oír hablar de cambios, ni siquiera de los mínimos para suavizar lo que se avecina. Prueba de ello es que cualquier partido que no pertenezca a la corporatocracia política dominante y que hable de hacerlos, enseguida sus líderes pasan a ser descalificados y desprestigiados. Los ejemplos abundan.   
Por otro lado, hay como un firme propósito de no airear lo que se nos viene encima, de esconderlo. Y lo que viene es inevitable. Además ¡ya está ahí! Ya empezó a formar parte de nuestro presente. Lo que sí son evitables, al menos en parte, son las consecuencias. 
La revolución tecnológica que estamos viviendo tiene dos caras: una bonita y otra fea. La bonita es la que nos proporciona comodidades, la que nos hace la vida más fácil, agradable. Pero la fea es que dejará –¡y ahí está el gran problema!– a millones de personas sin empleo. Los robots serán los nuevos empleados. O si lo prefieren, la nueva clase obrera. Ellos se encargarán de producir más y mejor en menos tiempo. Y a un coste más bajo. Ellos no necesitan seguro médico ni aportar dinero para su jubilación. Su retiro será acabar por orden de los “buenos” en un basurero gigante de un país africano. 
Por lo tanto, a estas alturas de la película ya tendría que haberse abierto un debate serio, lo que viene no es para bromear, acerca de la tragedia laboral que se avecina. Y sin debate no podrán ponerse en marcha alternativas. 
Los políticos neoliberales, que son la mayoría, se limitan a decirnos que hay que alargar la vida laboral, de lo contrario no habrá fondos para pagar las pensiones. La contradicción está servida. ¿Qué sentido tiene alargarla cuando la mayoría se quedará sin trabajo?
La aritmética nos dice que las nuevas tecnologías sólo permitirán que trabaje un pequeño grupo: el de los técnicos. Y no todos. Por lo tanto, el resto quedará marginado, convirtiéndose en parias del sistema. Lo que significa que aumentará exponencialmente la pobreza y las desigualdades sociales.
Algunos politólogos, pocos, hablan de establecer un subsidio perpetuo de desempleo. Pero los “optimistas” del establishment aseguran que aparecerán nuevos empleos. Aunque esto último está por verse. 
Nadie pone en duda el derecho de las empresas a invertir en nuevas tecnologías. Pero eso no les da derecho a eludir la responsabilidad social por los puestos de trabajo eliminados; máxime cuando las personas despedidas no tendrán oportunidad de volver a trabajar. 
Por lo tanto, los estados se verán obligados a preparar una legislación que las obligue a contribuir a un fondo común, un fondo que ayude a pagar el desempleo masivo y perpetuo que generará la modernización. En principio no existe otro camino. O el caos, claro.
Si los robots van a sustituir el trabajo humano, generando además millonarias plusvalías, sus dueños tendrán que asumir una responsabilidad ante la sociedad. Irse de rositas no es una solución.
El rápido desarrollo de la inteligencia artificial hará que la mayoría de los trabajos de esfuerzo físico y también de oficina dejen de existir en poco tiempo. Así que, no hace falta ser un lince para darse cuenta de que sin una alternativa el estallido social vendrá rodado.
 

El mundo que viene

Te puede interesar