El mundo gira

El mundo no se detiene ni momento, rezaba la estrofa de una bella y romántica canción italiana de los años 60 del pasado siglo. Aunque no lo percibamos, siempre está girando. Nunca se detiene. Igual sucede con los cambios geoeconómicos que no se advierten de inmediato, pero eso no significa que no se estén produciendo.  
La semana pasada  se celebró en Astaná, la capital de Kazajistán, la reunión de los países que forman la Organización para la Cooperación de Shanghái (SOC), que están conformados por China, Rusia, Kazajistán,  Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán. Para las personas que no lo saben, puesto que los medios occidentales nunca le han dado demasiada publicidad al asunto, esta organización fue creada en 1996. Lo hicieron los llamados “Cinco de Shanghái”, pues Uzbekistán se les unió en el 2001. 
En principio su función era la de una organización política, económica y de socorro mutuo, sin más pretensiones, ni siquiera militares. Aunque  en este punto hay que resaltar que desde el año 2007 sus miembros celebran periódicamente ejercicios militares antiterroristas, que en la práctica son ensayos bélicos en toda regla; los soldados rusos y chinos son los que componen el grueso de las fuerzas militares participantes. La secretaría general de la organización tiene su sede en Beijing. 
La reunión del pasado 8-9 de junio reviste una gran importancia, puesto que ingresaron dos nuevos miembros al club: la India y Pakistán. Lo cual no es poca cosa, teniendo en cuenta que la primera se convertirá en el 2030 en la tercera economía del mundo. 
La incorporación de estos dos nuevos actores significa que este grupo de países abarca ya el 60% del territorio de Eurasia y el 45% de la población del planeta, sin contar con lo que representa su fuerza económica. Y todo indica que el bloque quiere seguir expandiéndose, prueba de ello es que hay varios países que tienen el estatus de observadores (Afganistán, Irán, Bielorrusia y Mongolia) y otros el de socios de diálogo (Sri Lanka, Azerbaiyán, Armenia Turquía y Camboya). 
Aunque existen diferencias notables entre ellos, tanto en el orden cultural como en el político, incluso hay problemas territoriales entre los nuevos miembros como los que mantienen la India y Pakistán por la Cachemira, o los fronterizos entre China y la India, no hay duda de que el nuevo marco económico-político-militar les ayudará a dilucidarlos de una manera pacífica y razonable. Se dice que uno de los grandes hacedores del proyecto euroasiático es Moscú, que además de tener una asociación muy fluida con Beijing, tanto desde el punto de vista económico como del político-militar, mantiene relaciones amistosas con todos los países de la región, especialmente con la India. 
No hay duda de que la Organización para la Cooperación de Shanghái (OCS) empieza a tener un peso relevante en el continente euroasiático, y no sólo a nivel económico, sino también en el político y militar. En el pasado algunos expertos en geopolítica han dicho que la potencia que controle Eurasia ejercerá una gran influencia global, incluso determinante. 
La realidad es la que es, y, aunque no guste demasiado en los círculos occidentales, esa unión de países le facilitará a China la construcción de la nueva “Ruta de la Seda” –su gran sueño– y con ella su reafirmación definitiva como potencia global después de 5.000 años. Como dicen en estos tiempos, es lo que hay.
Lo curioso es que la reunión celebrada el otro día, que además de ser de una gran trascendencia económica y geopolítica, la prensa española la pasó de puntillas. Apenas habló de ella. Silenciar una cosa así, donde un bloque de países está gestando otro orden mundial –y que más temprano que tarde nos afectará a todos–, es una falta de respeto a los ciudadanos. A lo único que se dedican nuestros medios es a informarnos del enredo europeo,  que se ha convertido en un nido de grillos, mientras las “placas tectónicas” asiáticas están haciendo temblar nuestro suelo. 
Los hechos no dejan de existir por silenciarlos. Además, el mundo nunca se para, sigue su curso, sigue girando. Aunque no nos enteremos.

El mundo gira

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