Algo más que moda

En estos tiempos las palabras o las frases pueden significar mucho o nada, depende de las intenciones que haya a la hora de utilizarlas.     
Tomemos como ejemplo una cosa tan inofensiva como es la moda. La primera pregunta es, ¿existe en realidad? Hoy la renovación continua del vestuario personal se ha vuelto una obsesión, lucir unos “trapos” que alguien ha dicho que están de moda se ha transformado en una especie de fijación mental para los jóvenes, incluso para los no tan jóvenes. Las palabras “fashion”, “look”  o “prêt-à-porter”  forman parte de un glosario casi sagrado, a las que hay que añadir los mensajes subliminales que nos afirman hasta la sacieidad que ir a la moda es como llevar un salvoconducto para entrar en el país de la felicidad. 
La realidad es que la moda es un concepto vago e impreciso, pero sobre todo es algo impuesto. Nos dicen que este año se llevarán tales prendas, tal peinado, que aquello o lo otro es la tendencia de primavera, de verano, de otoño o de invierno; siempre aparece algo nuevo en cada estación u ocasión. Los llamados “expertos”  nos hablan de tendencias y predilecciones, aunque nunca se han tomado la molestia de preguntárselo a nadie. Curiosa manera de confirmar los deseos de la gente. No hace falta escarbar demasiado para darse cuenta de que las tendencias no existen, que son una entelequia, un invento de los modistos y de las marcas. Pero sobre todo, forman parte de la dictadura de un consumismo desaforado, del cual, en mayor o menor grado, todos somos esclavos. 
Por otro lado, la respuesta social nos muestra lo manejable y vulnerable que es la sociedad a este tipo de mensajes. Es como si de pronto le dijeran a cada cual que la tendencia de este año es usar prendas con parches, cabellos pintados de azul-marino, acompañados de llamativos tatuajes en el rostro, y a la mañana siguiente todo el mundo saliera a la calle luciendo con orgullo ese aspecto. Otro tanto ocurre con el cuerpo. Desde hace tiempo se ha instalado en el imaginario colectivo la idea de que ser escuchimizado, enjuto o escuálido es atractivo. Caló tanto que como consecuencia hasta apareció la anorexia.
Es obvio que las modas generan grandes beneficios, por lo tanto, grandes beneficiarios. Hay unos señores, llámense diseñadores, modistos, expertos en nutrición o multinacionales que deciden unilateralmente en sus despachos lo que deben seguir las personas. Determinan como deben vestirse, que ejercicios  hacer, que cuerpo lucir, todo ello en nombre de unas tendencias y de una supuesta belleza física que ellos mismos han inventado para ser consumida masivamente. 
Aunque la moda va mucho más allá. Cumple otros objetivos además de los expuestos, puesto que sirve como un poderoso instrumento cultural, por lo tanto, indirectamente sirve como mecanismo de control de la sociedad. Es una manera de unificar conductas, promover aptitudes y alimentar respuestas “pavlovianas”, incluso en el orden político es capaz de moldear los puntos de vista para que no haya desviaciones.
La moda convierte a los individuos en más manejables, más dóciles. Su uniformidad, cuasi militar, contribuye a eliminar la diversidad al mismo tiempo que alimenta el pensamiento único. Aunque a simple vista pueda parecer que no, existe una relación entre moda y comportamiento para forjar una visión político-social en un determinado momento.
La otra realidad es que vestir a la moda no reporta ningún beneficio verdadero, el supuesto beneficio es una apreciación construida artificialmente por quienes está detrás del negocio. El negocio está articulado de tal manera, que los individuos que no la sigan corren el riesgo de verse a sí mismos desplazados, aislados, como si fueron unos especímenes extraños.
Por último, la moda convierte a las personas, además de esclavizarlas, en sujetos estandarizados, con lo cual, al seguir ciertas consignas interesadas, disfrazadas de tendencias, ayuda a construir una cultura asentada en un vasallaje imperceptible, casi invisible, que colabora en la mutilación de la capacidad crítica que debe tener toda sociedad que se respete a sí misma. 
 

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