La “creme de la creme”

Han condenado a Blesa y a Rato. Seis y cuatro años y medio, respectivamente. La sentencia se hizo pública en estos días. Sus señorías declaran, entre otras consideraciones, que ambos primaron su interés personal sobre el social. Con todo el respeto para la justicia y quienes la administran: esto lo veía un ciego. Ambos eran jefes del negocio y ejercían como tales. 
De ahí la superior condena a ambos, e inferior al resto de miembros que disfrutaban de las prebendas de tener una tarjeta personal y a fondo perdido. 
Hemos escuchado con bochorno la enumeración de los caros gustos de estos estafadores. Hemos visto la facilidad con la que se podían ir de putas o a comprar arte sacro, mientras estafaban a cientos de miles de clientes ancianos con las preferentes mientras el ministro de turno regalaba un rescate bancario a sus golfos amigos para tapar el desfalco de la entidad. 
El magistrado calcula la cantidad robada en 15,5 millones de euros. El saqueo se produjo entre los años 1999 y 2012 y lo perpetraron usando tarjetas opacas emitidas por ellos mismos. 
Se fundieron tres millones de euros en restaurantes, dos millones en efectivo, más de 1,5 millones en viajes, más de un millón en grandes almacenes, cerca de 800.000 euros en hoteles y unos 700.000 en ropa y complementos.
Un dineral sacado del patrimonio de la entidad y sin relación alguna con la actividad profesional. Pero no solo se gastaban el dinero en estos lujos, sino que también se compraban voluntades políticas y esto lo han estado haciendo durante 13 años. Por eso PP, PSOE, IU, CCOO, UGT, la patronal y otras instituciones relacionadas con el poder, eran los afortunados poseedores de las Tarjetas Black.
El juez ha visto indicios de complicidad por parte de los organismos oficiales encargados de vigilar y luchar contra el fraude bancario. ¿? ¡¡¡Oooh!!! !!!Sorpresa!!! Ahora vendrá otra pieza de la instrucción judicial, como es la salida a Bolsa de Bankia, dónde están las cúpulas del Banco de España y la CNMV, los gobiernos del PSOE y del PP y los distintos ministros de economía que han pasado por el gobierno del país. 
¿Quién no se subiría a un tren como este? ¿Quién tuvo el arrojo de devolver la tarjeta entendiendo que el asunto no era limpio? Por lo que sabemos, solo cuatro que, o bien las devolvieron o bien no las usaron. Pero el resto, independientemente de su color político o sus ideas, hizo buen lustre de la tarjetita en cuestión. Creyéndose tío gilito. Todos. Absolutamente todos conocían el mecanismo y se sabían amparados por las instituciones que debían controlar el gasto de la Caja. Todo era un manejo, todo un contubernio. 
Les condenan por apropiación indebida. Apropiarse indebidamente, en su propia terminología jurídica, significa hacer uso de unos fondos de los que eres depositario, que están destinados a un fin concreto, pero que, por ánimo de lucro, se destinan a otro.  
Ni los auditores, ni el Banco de España, según se ha dicho en el juicio, conocían su existencia. La idea de tener una tarjeta black (negra, oculta al fisco) fue idea el antecesor de Miguel Blesa al frente de Caja Madrid, Jaime Terceiro. El primer contrato parece estar fechado el 3 de mayo de 1994. Ninguno de los sucesores hizo ascos a este sobresueldo. 
Miguel Blesa, a pesar de ser inspector de Hacienda, no solo no le pareció “raro” eso de gastar sin medida a cuenta de su empleador y sin necesidad de justificar ningún gasto, sino que bajo su mandato esta práctica se generalizó. Tampoco le hizo ascos el exministro de Economía y ex gerente del Fondo Monetario, Rodrigo Rato. 
Esta es, pues, la mejor muestra de que la corrupción no conoce ideologías. Todos (o casi todos) los que pudieron aprovecharse del exceso lo hicieron. 
Junto a Miguel Blesa y Rodrigo Rato están inspectores de Hacienda, secretarios de Estado, consejeros de todos los partidos políticos, miembros de los sindicatos, ilustres (en su momento) representantes de los empresarios. Vamos, la “creme de la creme”. 
Emma González es abogada

La “creme de la creme”

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