El daño ya está hecho

Casi todo el mundo político y mediático está ya situado mentalmente en el lunes 2 de octubre, es decir, en el día siguiente del referéndum ilegal convocado por la Generalitat y que el presidente del Gobierno asegura una y otra vez que no se llevará a cabo. Lo que nadie reconoce, al menos públicamente, es que el desprestigio institucional, el hastío ciudadano, la mala imagen que se está proyectando hacia el exterior con este pulso ha causado ya un daño irreparable.
Un daño no solo a Cataluña, sino también a España en su conjunto, porque fuera de nuestras fronteras se entiende muy mal que en pleno siglo XXI, haya una parte de un Estado europeo que quiera separarse del mismo y que para conseguirlo se salte a la torera la ley, el marco jurídico y se utilice la mentira como argumento al decir, por ejemplo, que el derecho de autodeterminación es un derecho universal aplicable a cualquier territorio. Los políticos catalanes que han impulsado este proceso secesionista tienen ya una responsabilidad histórica ante sus conciudadanos, por colocar a Cataluña al borde del precipicio y no estar dispuestos, al menos de momento, a dar marcha atrás. 
Esa responsabilidad también es extensible a todos los que lo han apoyado o no se han opuesto de forma clara. En este apartado, Podemos, en su versión nacional y en la catalana también tienen su cuota importante de culpa. En estos días, el Gobierno, con su presidente al frente, está empeñado en algo que le viene obligado por el juramento o promesa que hicieron sus miembros al tomar posesión de sus cargos: cumplir y hacer cumplir la ley. No les queda otra, más allá de que Rajoy, en el terreno personal y político, se juegue mucho en el envite planteado para el 1 de octubre. 
Si hay referéndum, el presidente del Gobierno se debería ir esa misma noche a su casa por haber sido incapaz de impedir un golpe a la democracia. Y si no lo hay, a Rajoy le espera desde el día siguiente un auténtico calvario político, no solo por lo que puedan seguir haciendo los independentistas catalanes, sino porque la izquierda española, liderada por el PSOE, muy probablemente aprovechará el río revuelto para sacar su propia ganancia de pescadores en forma, por ejemplo, de una moción de censura pactada por Sánchez e Iglesias y que podría ser apoyada por el resto de los grupos de la Cámara, incluido el PNV, lo cual aseguraría su aprobación. 

 

El daño ya está hecho

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