A votar de verdad

El jueves los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña podrán ir a votar, esta vez sí, de verdad y dentro de la legalidad, no como en las dos pantomimas de referéndum ilegal que tuvieron lugar el 9 de noviembre de 2014 y el pasado 1 de octubre y que tantos problemas causaron.
Aunque las elecciones de este jueves son autonómicas, es decir, para elegir a los 135 diputados que integrarán el Parlamento, en esta cita con las urnas subyace un pulso, una medición de fuerzas entre las formaciones independentistas y las constitucionalistas. Lo cual no quiere decir que en el supuesto que ganaran las primeras y pudieran formar gobierno, el Estado no tuviera la obligación de seguir cumpliendo y hacer cumplir la ley en el supuesto de que ese hipotético nuevo Gobierno de la Generalitat intentara volver a retomar la senda de la declaración unilateral de independencia y la proclamación de la República. Ante la grave situación de crisis política, institucional, social, económica que ha vivido Cataluña en los últimos meses, parecería lógico que hubiera el jueves una participación masiva, algo que las encuestas así indican, al situar esa participación en torno al 82%, una cifra alta y que no tiene precedente. Ese sería un síntoma de madurez democrática.
Hay dos grandes incógnitas en estas elecciones. La primera es si un partido constitucionalista como Ciudadanos, que nació hace unos años en Cataluña para hacer frente al nacionalismo, consigue ser la fuerza más votada. Si lo logra sería un hito, con consecuencias políticas no solamente en Cataluña sino en la política nacional. La segunda gran incógnita es si los partidos independentistas –ERC, Juntos por Cataluña y la CUP– logran revalidar la mayoría absoluta y en ese caso, quien sería el nuevo presidente, ya que si los de Junqueras quedan por delante de los de Puigdemont, parece muy difícil que cedan a este el sillón de la presidencia del gobierno.
En cualquier caso, aunque consiguieran reeditar el tripartido independentista las cosas ya no serían igual que antes. Estos partidos han visto y algunos de sus dirigentes han sufrido en sus carnes que el Estado de Derecho funciona en España y que a aquellos que se saltan la ley, como no podría ser de otra forma, no les sale gratis. Unas elecciones autonómicas por tanto sumamente importantes, para el futuro de Cataluña pero también para el de España.

A votar de verdad

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