La reaccion del PP

Al PP le está cayendo la del pulpo. Sus adversarios parecen haber emprendido un camino de no retorno para derrocar al Partido Popular. No escatiman artes, les valen todas y cualquiera. Parece que los anuncios del fin de la crisis han sido la pócima que ha alimentado las ansias de poder de toda la oposición sin dar cuartel a la más mínima pedagogía gubernamental sobre como administrar la nueva situación económica lograda con el esfuerzo y sufrimiento de la ciudadanía y con no pocas plumas perdidas por el partido en el gobierno. 
Pensionistas, mujeres, funcionarios, policías, médicos y pronto estudiantes asaltan las calles con pancartas para estrechar el espacio a Rajoy y sus huestes. A juzgar por la demoscopia la estrategia les está funcionando y el ambiente se enrarece en el entorno del PP y, en no mucho tiempo, lo hará dentro del propio partido. Muchos alcaldes y cargos públicos del partido sienten vértigo de la presión asfixiante y temen perder sillones y sueldos, lo que no hace más que alimentar su nerviosismo. 
Mientras desde Génova se fuerza la serenidad y fían todo el futuro al sombrero de copa del presidente para que más pronto que tarde saque ese conejo que devuelva moral de triunfo a sus bases. No van a favor de obra expresiones como las de Montoro, anunciando zanahorias para el final de legislatura porque han provocado el efecto contrario al pretendido al darse por ofendida una ciudadanía que no tiene paciencia, bastante ha tenido, para esperar a que Montoro decida el momento. 
Creo que tampoco ayuda mucho reaccionar cuando las pancartas ocupan la calle. Si hay margen para mejorar las pensiones, mejor hacerlo como demostración indiscutible de empatía que dar un triunfo a las manifestaciones que empoderan a los partidarios de incendiar las calles y les anima a aumentar esfuerzos: si el gobierno reacciona al paso de los manifestantes, pues hagamos manifestaciones. 
Así de simple es su razonamiento y así de contundente la realidad, nadie piensa hoy que si se suben las pensiones no es producto de la movilización de los “yayos “. Se le ha dado un triunfo a la calle y de un hecho capitalizable por los gobiernos se ha pasado a un éxito del manifestódromo. Desde hace algún tiempo veo con preocupación como el PP se ha difuminado como partido y basa todas sus expectativas en la acción de gobierno. Suerte o muerte parecen entonar y es un error. 
Los populares tienen la estructura orgánica más fuerte y potente de todos los partidos políticos españoles. Una estructura mastodóntica con una capilaridad casi total en el territorio nacional y sin embargo parece inactiva. No se entiende como no salen a la calle a explicar y a convencer a los ciudadanos sobre las bondades de su gestión y el resultado exitoso de muchas de sus políticas. 
Con sus múltiples sedes abiertas el PP parece un mero espectador de como otras fuerzas van creando estructuras locales atrayendo a personas que, sociológicamente, son clientes potenciales de Partido Popular. Esos versos sueltos que hasta ahora se saldaban con pequeñas candidaturas independientes que finalmente volvían al redil, encuentran ahora refugio en siglas emergentes que contagian entusiasmo. Un intangible que el PP no debe de despreciar. No es tiempo de mirarse al ombligo si no de sumar, pero para eso hay que querer y que trabajarlo. El PP solo parece tener una estrategia defensiva. Ante la galerna que le atenaza debe, a mi juicio, poner en marcha de inmediato otra de defensa de sus valores, que los tiene, pero mal defendidos. Tic tac, tic tac….

 

 

La reaccion del PP

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