El Príncipe Galín, gallego universal y el último romántico

Como si hubiera elegido el día para morir, el 25 de Julio, Día da Patria Galega y de Santiago Matamoros versus Peregrino, se les ha ido a muchos republicanos de convicción la única condición regia que reconocían incondicionalmente. El príncipe nacido en Ferrol cuya soberanía llegaba a los confines de las tierras galaicas: Su Alteza Serenísima el Príncipe Galín de Galicia, Principe de Galicia, Marqués de Curuxeiras y Señor de Ferrol Vello, ferrolano y gallego universal cuya vida y trayectoria estuvo teñida de un halo de leyenda, picaresca y romanticismo.

Nacido Juan Marí Solera en el Ferrol de 1948, filósofo, cantante, biólogo, poeta, navegante, rapsoda, marino mercante, telegrafista, músico, empresario, agitador y mítico personaje underground, sus aventuras legendarias lo acompañaron desde su más tierna infancia, cuando los niños ferrolanos de su generación lo sitúan escapándose con un circo que se había instalado en la Plaza de Sevilla, en un barrio periférico de la ciudad. Dada su edad, la Guardia Civil de entonces fue en su busca y cuentan que lloraba amargamente cuando fue “capturado”, pues entre las bambalinas del circo había encontrado su lugar natural.

Inconformista nato, su adolescencia aparece salpicada de centenas de anécdotas que ilustran una nada convencional juventud  caracterizada ya por una personalidad arrolladora en el que utilizaba el nombre de Jonnhy Solera. Al concluir el bachillerato abandonó España y se trasladó a París, donde vivirá intensamente el 68 y será uno de los pocos españoles que participarà en primera línea con los generales del Mayo francés en los disturbios de La Sorbona. Allí estudiaría con maestros como Deleuze, Badiou y conocería a una de las personas que marcaría su vida: Agustín García Calvo. Permanecería a su lado hasta la muerte de éste en 2012. Cuentan que en París, junto a Arrabal, recibía principescamente en una habitación decorada ad hoc en el Hotel L'Etoile de la Rue Monsieur le Prince, que sería el origen de su título principesco. Había muerto Jonhy y había nacido el Príncipe Galín, un principado acompañado de títulos que marcaban un mágico y romántico dominio jurisciccional en Galicia y Ferrol.

Comenzó su vida universitaria en Santiago, aunque se matriculó en la Escuela de Náutica de A Coruña. Tanto en Compostela como en A Coruña se le recuerda como un gran líder estudiantil que arrastraba a las masas con sus soflamas incendiarias potenciadas por una extraordinaria e inconfundible voz. Llegó a ser encarcelado en A Coruña en el año 72 y se ha escrito que se paseaba por la cárcel vestido de Che Guevara… De Santiago quedó para la historia del surrealismo y la transgresión, ya que nunca nada semejante volvió a repetirse. Inolvidable la famosa rueda de prensa que dio en Medicina junto a Miguel Cancio, en la que entraron con una burra vestida de catedrático -el burro Zenón de Elea- para nombrarle horroris causa. Junto al borrico, un cerdo y media docena de gallinas entraron triunfalmente en las aulas.

Durante toda la década de los 70 va transformando su persona en el personaje que le convertirá en símbolo eterno de la bohemia compostelana, con una imagen perfectamente diseñada que le hacía aún más inconfundible, negra capa, botas puntiagudas de metálico tacón, favorecedora gorra ladeada y espléndidos bigotes de aire decimonónico. Con un pie en París y otro en Santiago, llegó a coquetear con comunistas y nacionalistas, pero no le iban los dogmatismos y encontró en el anarquismo su lugar natural. Escribió entonces páginas históricas en la lucha antifranquista, en los conflictos estudiantiles, y fue pionero, junto a Cancio, compañero de muchas de sus correrías y visiones, de causas antes visionarias y hoy muy actuales como la  protesta por destrucción del litoral, el nudismo -seguía la máxima de San Pablo: “desnudaos del hombre viejo pero sin olvidar nunca los buenos principios”-, la peatonalización de los centros históricos, la especulación inmobiliaria y la recuperación de la gaita gallega.

Su gran voz de barítono le hizo protagonizar recitales de poesía y música y llegó a dar conciertos por toda Galicia, que llegaron  a concentrar a más de 20.000 personas.

Su carisma le llevó al programa de El Loco de la Colina de Jesús Quintero. Allí contó su 68 en la Revolución de París y demás historias creíbles o increíbles… y al solicitarle el presentador unas palabras de despedida, se lanzó a cantar una pandeirada acompañándose con las manos y la mesa a modo de pandeiro. Mágico y mítico. Numerosas anécdotas a cada cual más pintoresca van jalonando su discurso vital.

Entrados los 80, el surgimiento del movimiento cultural conocido como movida, rabiosamente hedonista, existencial y apolítico, surgido en Vigo pero irradiado a toda Galicia a través de Santiago, descoloca a Galín de su idílico parnaso compostelano. Se le va perdiendo la pista al Príncipe que emigra a Madrid junto a su admirado y querido García Calvo pero vuelve periódicamente a Santiago y a su Ferrol natal, ciudad en la que nunca fue profeta y que jamás reconocerá el importante status del que gozaba en Compostela.

 

Hizo del surrealismo su leif motiv existencial

Sus obtusos paisanos cegados por la cotidianidad, y recelosos de su picaresca, nunca valoraron a este hombre de vastísima cultura y enorme sensibilidad musical y literaria, incapaces de comprender lo que representaba, calificando como loco o cantamañanas a una figura que había hecho del surrealismo su leif motiv existencial. Hizo del barrio portuario de Ferrol  y de sus clubes de alterne su segunda casa, y al terminar sus periplos nocturnos frente al  monumental  Cuartel de Instrucción de la ciudad, con una copa de vino en la mano y embozado en su sempiterna capa negra, gritaba: “Abajo el Rey”, “Viva la República”. Entonaba  como colofón el Himno Gallego y el Negra Sombra sin desafinar una sola nota. Pese a la incomprensión de sus paisanos aseguran que jamás dejó de querer a la que llamaba con regodeo  y regocijo Portus Magnus Artabrorum, que en su voz sonaba como en la de un pretor romano y  cuando Su Alteza retornaba a la capital, portaba siempre entre su equipaje dos grandes garrafas con agua de Chamorro, la Virgen patrona, sincretismo de un culto prerromano.

Una de las últimas veces que volvió a la ciudad apareció su figura recortada en el horizonte del promotorio costero de Cervás, en el cementerio de una aldea próxima, dando un último adiós y a la vez un homenaje al general Gabeiras, general ferrolano que había desempeñado un valiente un papel en el 23-F  y que pasó sus últimos días luchando contra la planta del gas de Ferrol.

En los 90 se lanzó a la singular aventura empresarial de comercializar la orella de mar, en la que invirtió la tardía indemnización otorgada por la muerte de su madre en el trágico accidente aéreo de Alvedro. Llegó a concertar importantes contratos con Japón que fueron bloqueados por la Xunta. Como protesta escribió páginas gloriosas con su odisea de leer frente a la Consellería de Pesca la obra clásica del mismo nombre, e invocar la Furia de Aquiles arropado por un comando amigo, así como recitar pasajes de La Ilíada en el centro de la Plaza del Obradoiro, una suerte de happening artísitico reivindicativo que combinaba el surrealismo con lo más clásico de la rapsodia.

En los albores del 2000, la leyenda lo sitúa completamente arruinado por su incursión empresarial. Otra versión más brillante asegura que su ruina fue su riqueza, ya que al ser su planta de orella de mar destruída por el fuel del Prestige cobró una cuantiosa indemnización por daños que le hizo millonario y pudo entonces asentarse y trasladarse a la capital, dedicarse a la música, los recitales de poesía y a la vida contemplativa de las tertulias del Ateneo Libertario. Llegó a grabar en 2009 un disco homenaje a Brassens  y una versión del himno de la Comunidad de Madrid, compuesto por García Calvo y posó en la portada del disco, más apuesto que nunca, con su boina clásica y una capa roja con las estrellas que el gran Santiago Amón hizo posarse en la bandera de Madrid.

Algunos lectores podrían con seguridad corregir estos datos pero ¿leyenda o ficcción? qué más da… Alguien dijo de él: “Si te dejas atraer por su magnetismo, que maneja con soltura, estás perdido”. Su excentricidad, su originalidad, el haber protagonizado esos momentos de la Historia tan señalados, su porte principesco, su prodigiosa voz, su carácter cautivador, su apostura, y su maravilloso sobrenombre real… Su Alteza, ha sabido conjugar como pocos cultura,  bohemia, romanticismo y picaresca. Todo un bon vivant, pero indudablemente un personaje irrepetible del último tercio del siglo XX en Galicia.

Genio y figura para la posteridad

La última gran aparición mediática de Su Alteza Serenísima dejó atónito a tantos que le habían perdido la pista. Lo reconocieron en el 15-M en primera línea entre el gentío de los indignados. Estaba en la Puerta del Sol con un megáfono junto a Agustín García Calvo. y lo filmaba un anciano Basilio Martín Patino, que volvía así al cine para hacer un documental que denominó Libre te quiero, la maravillosa canción compuesta por García Calvo que interpretó, entre otros. Amancio Prada. Galín se dirigía a las masas que le escuchaban absortas, ya sexagenario, con su altivez principesca incólume, y su melena ya blanca al viento…

Genio y figura para la posteridad, porque los mitos no tienen sepultura, y mucho menos un príncipe para el que no habrá remplazo porque reinará en la eternidad. Dios Guarde a Nuestro Príncipe.

El Príncipe Galín, gallego universal y el último romántico

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