El (mal) ejemplo de Alsásua

Hace unas semanas, el pueblo navarro de Alsasua fue escenario de una agresión multitudinaria en una taberna a dos guardias civiles y a sus parejas. Un juez de la Audiencia Nacional tras las necesarias diligencias y tomar testimonio a unos y otros ha decidido procesar a nueve personas por un delito de terrorismo. Las declaraciones de las víctimas apuntan, con datos más que suficientes, que en ese lugar sigue vivo el miedo y que no hay libertad si uno no está de acuerdo con las tesis de ETA y de quienes les apoyan y defienden. ETA ha sido derrotada por la democracia y por la razón, pero sigue habiendo feudos donde la libertad no es posible. Hasta aquí, no hay mucho que añadir, porque la decisión está en manos de un juez que decidirá con independencia y de acuerdo a la ley. El problema viene de que este fin de semana se ha celebrado una manifestación en el pueblo a la que han acudido miles de personas Alsasua cuenta con unos 8.000 habitantes-, también un derecho democrático, a cuyo frente estaban el alcalde, de Geroa Bai, junto a una de los dos concejales socialistas, que no cuentan con el respaldo de su partido; la portavoz del Gobierno navarro (también Geroa Bai); la presidenta del Parlamento de Navarra (Podemos); y los portavoces de EHBildu, Geroa Bai y Podemos; el alcalde de Pamplona, y la presencia un tanto sorprendente del fundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, y la nada sorprendente del dirigente histórico de ETA, Tasio Erkizia. Es decir, que el Gobierno de Navarra ha tomado partido por las personas que agredieron a los dos guardias civiles y a sus parejas y, nunca mejor dicho, ha encabezado la protesta que, entre otras cosas, pide la expulsión de Navarra de las Fuerzas de Seguridad del Estado y, en concreto de la Guardia Civil, presionando a la Justicia como no debe hacer nunca un poder político que representa a todos sus ciudadanos y que debe ser absolutamente respetuoso con la ley. ETA está prácticamente desarticulada, sus principales dirigentes en la cárcel, sus zulos descubiertos y su futuro ninguno. Pero sigue pendiente el reconocimiento y la reparación del daño causado y la petición de perdón a las víctimas, a su dignidad, a sus derechos. Casi todos los vascos y los navarros, que han padecido más que ninguno la violencia de ETA, quieren pasar página y construir el futuro. Y es loable. Pero falta algo más y sobra que los herederos de ETA traten de aislar o expulsar a los que no piensan como ellos. La presencia de la presidenta del Parlamento navarro, de la portavoz del Gobierno navarro y de altos representantes de Podemos, junto a representantes de los herederos de ETA y a una concejal del PSOE, es una mala noticia para la democracia y para el futuro de la paz y la libertad en esa parte de España. Vargas Llosa acaba de decir que “A Fidel Castro no le absolverá la historia”. Pasados unos años el juicio será, posiblemente muy duro para este dictador que murió en la cama y mantuvo a su pueblo durante décadas bajo la peor receta: la tiranía, el nacionalismo y el populismo. La historia será también durísima con ETA y sus apoyos, algunos de los cuales comparten esa receta y fueron juntos este sábado en Alsásua.

El (mal) ejemplo de Alsásua

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