El abismo

No me voy a poner intensa o filosófica a pesar de lo que pueda indicar el título de este artículo. Solo un poco analítica porque la cuestión lo merece.  Estimemos que, en torno al 60% de las veces, yo no entiendo las actitudes o comportamientos de la gente que me rodea. Es una cuestión de diferencias en educación, de consideraciones sobre lo que constituye el respeto o de ser simplemente una persona normal... o a lo mejor es que la rara soy yo.
Ese porcentaje se eleva tranquilamente hasta un 90% cuando hablamos de ciudadanos ferrolanos de más de 70 años. Pero al menos eso tiene una explicación en el auténtico abismo generacional (como un escalón pero multiplicado por mil), que hay entre ellos y prácticamente cualquier persona de menos de 40. Y eso no es culpa suya, sino de un impulso, llamémosle civilizador, totalmente arrollador que ha tenido lugar en las últimas tres décadas, barriendo los cimientos de todo aquello que conocían para dejarlos en una analógica tierra de nadie. Para ellos, los velatorios son de obligado cumplimiento, las mujeres que no tienen hijos no están “realizadas”, los médicos son Dios, los montes o el ladrillo suponen la auténtica riqueza de un hogar, los primos terceros de sus primos segundos son familia e internet es directamente responsable de cuestiones como la pedofilia, el divorcio o el hecho de que nuestros adolescentes ya no sepan enlazar una frase de más de siete palabras.  No es verdad, por supuesto, pero a algo hay que echarle la culpa.
Teniendo en cuenta que estamos a lados opuestos del abismo, la pregunta es: ¿es la postura adecuada quedarnos donde nos toca?  Desde su lado, algunos hacen esfuerzos para acercar posiciones. Aprenden a usar un móvil, no ponen el grito en el cielo cuando ven un tatuaje (siempre que sea bonito y no esté mucho a la vista) e incluso están preparados para aceptar que hay cosas buenas en la red, como poder hablar con sus nietos en otro país a través de la pantalla del ordenador.  Desde el otro, tendemos a afrontar la cuestión de forma práctica y bastante cínica, tradicionalmente con un “no se puede discutir con ellos”, esperando que la naturaleza siga su curso.  Personalmente, creo que mirarse con recelo en la distancia es, esencialmente, triste.

 

El abismo

Te puede interesar