La cobra de Domenech

¡AY, aquel beso!, ¡cómo marcó a Xavier Domenech! Aquel que Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias le dio en el Congreso, o, mejor dicho, que se dieron ambos, porque con estos de los círculos concéntricos hay que andar con mucho cuidado con esas cosas del machismo. No fue un beso apasionado como el de Iker Casillas a Sara Carbonero en el Mundial de Sudáfrica, ni un beso transgresor como el de Madonna y Britney Spears. Fue un beso comunista, como el de Brezhnev y Honecker, pero en versión 3.0; tanto les gustó que no han dejado de repetir; cada vez que se encuentran, se bican. En ninguno de los casos hubo lengua, fue un piquito, pero los ha unido para siempre, jamás se han hecho una cobra. En cambio, Domenech se las arregla para comer serpes cuando está solo. Aún le ocurrió el miércoles, tras la constitución de la Mesa del Parlament. Criticó al resto de los partidos por la escasa presencia de mujeres en ese órgano y entonces un periodista le recordó que Podemos también había presentado a un hombre. Domenech no supo qué contestar.

La cobra de Domenech

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