El efecto de la metamorfosis en Momo

SI uno está con el miedo en el cuerpo ante la posibilidad de que le presenten una moción de censura y lo manden a casita y lo entronizan como dios del Carnaval, lo lógico es que se venga arriba. Así ha ocurrido con Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, cuya metamorfosis en Momo ha sido como si se vitaminase y se supermineralizase. Lleva veinte meses, los mismos que han transcurrido desde que fue investido alcalde, sin pegarle un palo al agua –sus concejales, sumisos ellos, lo imitan a la perfección y tampoco han hecho nada de nada– y ahora le ha dado por decir que en los seis meses que le ha concedido la Autoridad Portuaria para que decida sobre La Solana –¡qué bien saben en el Puerto lo que le cuesta tomar una decisión!– va a dejar resuelto también el futuro de los muelles de Batería, Calvo Sotelo y San Diego, así como la cesión de La Marina... Mucho esfuerzo parece, conociéndolo y teniendo en cuenta que el miércoles se cae del trono y acaba envuelto en llamas.

El efecto de la metamorfosis en Momo

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