López, Díaz y Sánchez

Dice Patxi López, tercero en discordia, que si los militantes no eligen a la persona que prefieren, el proceso volverá a cerrarse en falso, como ya ocurrió con Rubalcaba y Sánchez, los anteriores secretarios generales. Puede que tenga razón. Pero no por la más o menos participación de militantes en la elección, sino por la falta de carisma de los pretendientes. El temor se extiende al ya iniciado tercer intento de acertar. La calidad y capacidad de arrastre de los nombres en danza (Díaz, López y Sánchez) deja mucho que desear.
Susana Díaz es vista por gran parte de la militancia como la mano negra que jugó sucio contra Sánchez. Sánchez lleva el sambenito de haber fracturado el partido y dejarlo al borde de la bancarrota después de sucesivos fracasos electorales. Y Patxi López, en fin, es el hombre contradictorio que fue lehendakari con apoyo de la derecha, mientras que ahora levanta la bandera de la “izquierda exigente” y apuesta por un PSOE que no sea el analgésico de la derecha.
Aunque López presidió el Congreso como hombre de confianza de Pedro Sánchez, ahora le gana por la mano y, cinco minutos antes de que este decida presentarse a las primarias, lo hace él encabezando el pedrismo sin Pedro e incluso contra Pedro. La resultante es evidente: su decisión divide al sector crítico y, por tanto, pone las cosas más fáciles a Díaz.
Se pudo pensar en un principio que era una maniobra de los críticos, una especia de avanzadilla que al final despejaría el camino a Pedro Sánchez, pero este y su gente ya han dado muestras de su irritación contra la maniobra de López y dicen que no le prestarán su fuerza. López, por su parte, también ha dejado claro que no se prestará a ninguna maniobra de ese tipo, que va a por todas y que no piensa retirarse a última hora.
En estas condiciones, quedamos a la espera de que Sánchez anuncie su candidatura. E incluso que renuncie a presentarse, no solo porque López le ha achicado su espacio, sino sobre todo porque Javier Fernández, como presidente de la gestora, le ha ganado la partida en la tarea de persuadir al militante sobre el acierto de la abstención en la investidura de Rajoy, frente a la segura quiebra del partido en las urnas si, de haberse mantenido el “no es no” a Rajoy, se hubieran convocado nuevas elecciones.
El caso es que la lucidez, el verbo y el sentido común de Javier Fernández han cautivado a los votantes clásicos del PSOE, y su discurso ha sido bien acogido. Hasta el punto de que muchos se preguntan por qué se encuentra el PSOE tan angustiado a la busca de un líder cuando lo tiene ante sus ojos. Pero él no está por la labor.

López, Díaz y Sánchez

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