O bárbaro teutón mostrou-se cauto

Las ciudades, suelen valorarse por su tamaño y popularidad aunque hay  más parámetros que  reflejan la calidad de vida: transporte público, comunicaciones, seguridad ciudadana,  la cesta de la compra, etc. La mentalidad positiva de los ciudadanos es otro factor clave, que además suele verse reflejada en sus políticos y forma de administrar.
Si hay poblaciones  que atraen inversiones privadas y son privilegiadas a la hora de recibir las del Estado, habrá que pensar que algo tendrá que ver con la actitud, capacidad de gestión y unión de sus políticos, tanto de los que gobiernan como de los que están en la oposición.
Podemos ver  ciudades   que a pesar de las dificultades, en todas las hay,  prosperan e intentan paliar la actual situación.  Santiago,  A Coruña, Allariz, Boiro –independientemente del tamaño–  y  en todas hay un denominador común,  sus habitantes, aun reconociendo la recesión, hablan bien de su entorno, se sienten satisfechos de donde viven, es difícil encontrar a uno que desacredite el lugar y menos ante foráneos.
Falta de aparcamiento, ascensores y garajes son comunes en zonas históricas, aun así no se despueblan. Cascos viejos deteriorados los hay en todas partes, el de Vigo es un ejemplo o partes del Orzan coruñés, pero es difícil verlos en las noticias. Aquí los sacamos a relucir en la prensa de medio país, en la televisión y hasta en las fotos de Google Earth. No creo que esta publicidad ayude a resolver el problema y desde luego si ayuda a dar una imagen negativa al exterior.
En los  temporales pasados apenas se habló de Punta Langosteira. Un medio difundió, muy discretamente, un video de mala calidad donde se apreciaban toneladas de agua que superaban su dique de abrigo y caían sobre explanadas y muelles. La Autoridad Portuaria emitió un comunicado confirmando que en dichas instalaciones no se habían producido daños. Totalmente cierto, no había ni mercancías ni buques atracados, el puerto esta inoperativo.
En  verano enseñábamos  Ferrol a invitados de Valladolid. Al pasar por la Avenida de Esteiro  rápidamente un ferrolano apostillo que era la única –evidentemente hay más pero nos empeñamos en llamarles carreteras–.
A la altura de la Plaza de Amboage observó, el castellano, una placa señalando   la casa natal de José Canalejas. Resaltó que la ciudad diera tantos personajes conocidos y recordó a Torrente. El mismo ferrolano se apresuró a decirle que éste  había nacido en Serantes “no en Ferrol”. Todavía me sigo preguntando que gana esta persona, tanto a nivel individual como colectivo, con esta actitud.
Afortunadamente a otro  buen amigo, ante críticas a nuestra ciudad, le oigo comentar con una sonrisa: “Soy de Ferrol pero no lo suelo decir porque no me gusta presumir”.
Cierta alegría, ánimo  positivo hacia lo nuestro y un mínimo consenso político es fundamental para superar los baches y saber aprovechar los tiempos de bonanza; la vida es un continuo caer y  volver a levantarse.
En cierta ocasión en una tertulia donde se hablaba de los grandes del futbol nacional,   aclaré que apenas seguía este deporte y que la única excepción que hacía era con el Gran Racing de Ferrol, a lo que enseguida surgieron sonrisas displicentes, por lo que me vi en la obligación de aclarar mi postura.
El gran Racing de Ferrol –insistí– no defrauda a hacienda en la compra de jugadores, ni está a punto de desaparecer por deudas millonarias con el fisco y la banca.
Además paga a sus jugadores puntualmente y lo que es más importante el trato a los mismos es excelente tanto en lo personal como en lo deportivo; mantiene una  cantera  que se forma en la cultura de la deportividad y el esfuerzo, sus jugadores se sienten orgullosos de estar en el club. Independientemente de la categoría en que milita ¿Se puede ser más grande? Las sonrisas desaparecieron.
Hablando del orgullo de pertenencia y actitudes de las personas, otro buen amigo portugués, en clave de humor, me comentaba una anécdota que se escuchaba en su país.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial el desquiciado líder nacionalista alemán declaro las hostilidades a los grandes países europeos. Decían algunos que debido a su poca importancia  se había olvidado de Portugal. La reacción de la prensa lisboeta no se hizo esperar: “O bárbaro teutón mostrou-se cauto”

 

O bárbaro teutón mostrou-se cauto

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