ALEMANIA Y GRECIA, LA EUROPA DISTINTA

Representan  la cara y la cruz,  los extremos de la unión de una Europa diversa donde el resto de países forman los matices,  los tonos grises intermedios entre el blanco y el negro.
Por razones profesionales he tenido ocasión, en repetidas veces, de relacionarme con ciudadanos de ambos países. Aun a riesgo de caer en  tópicos me vienen a la memoria episodios vividos.
En mis tiempos de navegación, hace ya bastantes años, a bordo de un buque de carga multipropósito, procedimos a la descarga de  7.500 toneladas de hierro para la construcción en el puerto de Aqaba,situado en el fondo del golfo del mismo nombre, en  Jordania.
Finalizadas las operaciones entramos de nuevo en el Mediterráneo,  vía Canal de Suez y recibimos órdenes de dirigirnos a Volos, tercera ciudad griega después de Atenas y Salónica, para proceder a la carga de “7.500 toneladas de trigo en grano”.
Ante nuestro estupor advertimos del error, inmediatamente y  antes de llegar a destino,a todos los agentes interesados: armador, fletador, cargador, consignatario y Autoridad de puerto.
Independientemente del problema de volumen, debido a que era un buque adaptado para esas cargas pero no construido con ese fin, para cumplir los criterios de estabilidad se debía dejar un entrepuente de bodega sin carga alguna. Realizados los cálculos abordo confirmamos que no podríamos admitir más de 6.200 toneladas.
En destino y con las operaciones iniciadas continuamos insistiendo  a los responsables de la estibadora de las circunstancias  comentadas. Llegado el momento se dio por concluida la carga y en el muelle había docenas de camiones cargados y esperando turno; el silo estaba a 22 kilómetros del puerto. La historia acabo como “el rosario de la aurora”, con amenazas, intento de retención del barco, pago de los desplazamientos de los camiones, etc.Episodio realmente duro solo compensado, en parte, por la extraordinaria experiencia de las puestas de sol navegando entre islas en un Mediterráneo en calma; la conclusión práctica es clara: “perdimos todos”.
Muchos años después y dirigiendo una terminal de contenedores, en una crisis económica más,  nuestro principal y casi único cliente era una naviera alemana. Aproximándose la fecha de renovación anual de tarifas, los germanos adelantaron que tenían intención de exigirnosun descuento del 4% sobre el contrato anterior.
Los números eran inviables para la continuidad de la empresa y el consejo de administración me encomendó que lograra en las próximas reuniones, además de eliminar el descuento, un incremento mínimo de otro 4.
Antes de la negociación, revisando balances hice un resumido y muy sincero estudio de nuestros costes de explotación; combustible de las maquinas, energía eléctrica para contendores refrigerados, gastos de personal y material de trincajes, horas extra, etc.
Ya en Hamburgo, expuse clara, honradamente y sin tapujos nuestra delicada situación.
Era evidente nuestro perjuicio, pero también era claro el suyo al quedarse sin un punto logístico necesario para sus operaciones en España.
Después de estudiar y comprobar detenidamente el informe económico  preguntaron mis intenciones y pedí un incremento del 10%, lo aceptaron sin discutir y a cambio pidieron una serie de cuestiones técnicas como mantenimiento del ratio de operaciones u homogenizar nuestros sistemas informáticos. Cumplimos por ambas partes y la conclusión práctica es justamente la contraria a la anterior: “ganamos todos”.
La realidad es que ni el comportamiento germano es inflexible, acabamos de ver la muestra, ni el griego es siempre voluble.
Aunque si es bien cierto que Alemania no suele engañar y en consecuencia no soporta que la engañen como hacen los políticos griegos con el resto de Europa y sus propios ciudadanos en  más de una ocasión.
El problema actual de Europa, no es el lograr un nuevo acuerdo para salvar la economía griega, que se logrará, aunque sea con una quita que ya en su momento se le concedió a la propia Alemania.
La verdadera clave del asunto estará en convencer,  y de una vez por todas, a los políticos griegos que no pueden seguir engañando a todos incluyendo a sus propios ciudadanos y que el futuro de su pueblo pasa por profundos cambios en su sistema tributario y  modo de vidapor encima de sus posibilidades  con una desigualdad social inasumible en una sociedad como la europea.

 

ALEMANIA Y GRECIA, LA EUROPA DISTINTA

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