LLORA LA BARCELONA MARÍTIMA

Y lloramos todos los amantes del mundo naval por la pérdida de Camil Busquets i Vilanova. Con él desaparece toda una generación de entusiastas, aficionados y pioneros en la fotografía naval catalana, encabezada por Antoni Blasi y Manuel Galilea, que apostados en la bocana del puerto de Barcelona disparaban con sus “Kodaks” a todo objeto flotante que apareciera por allí. Las imágenes captadas por aquellos “locos” de “la mar y de los barcos” han pasado a formar parte del patrimonio naval del país, pues gran parte de ellas forman parte de los fondos del Museu Maritim de Barcelona, instituciónm, por cierto, en la que Camil se pasaba horas y horas trabajando, aconsejando, dirigiendo y velando por su fomento. Y no dudamos que donde quiera que esté, seguirá guiando sus destinos de alguna manera. Estamos seguros de que una parte de su alma ha quedado ya para siempre allí. Pero Cami no sólo era un excelente fotógrafo; era un reputado historiador, puntilloso modelista y publicista naval de referencia en nuestro país. De hecho, a lo largo de su dilatada trayectoria estuvo al frente de un buen número de publicaciones. Personalmente yo a Camilo (siempre me dirigía a él por su nombre castellanizado, cosa que por cierto, nunca le molestó) le debo mucho. Creo que fue el primer “peso pesado” dentro del mundillo de los historiadores navales que me apoyó con lealtad en mis inicios. Siempre nos hemos tenido una simpatía mutua a pesar de la distancia, y nos hemos entusiasmado de corazón con nuestros respectivos proyectos. Decían que a veces era algo vehemente en sus opiniones y gestos; pues no sé, conmigo siempre estuvo de lo más amable y encantador. Historias apócrifas que se atribuyen a los genios, supongo. Su estilo literario combinaba de manera magistral lo técnico y lo sencillo; lo humano y lo científico; por eso su prolija bibliografía (nada más y nada menos que 30 títulos editados) es de las más buscadas y casi veneradas del mundo naval. Su muerte, ocurrida el miércoles 10 de febrero, nos pilló totalmente desprevenidos, y como consuelo me queda el saber que su despedida fue muy emotiva, interpretándose la marcha fúnebre de Wagner, la oración nocturna y la Salve. Se tiene previsto que sus cenizas sean lanzadas al mar desde un buque de la Armada, y ojalá que sea así, porque este buen catalán quería a nuestra Marina como el que más, y buena muestra de ello era la promoción que siempre que podía hacía de ella en territorio “hostil”. No descanses en paz, amigo mío, sigue navegando.
 

LLORA LA BARCELONA MARÍTIMA

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