DECISIONES

Tanto la resolución del concurso de Turquía como la adjudicación del flotel de Pemex no terminan de resolverse.
Cuanto mayor es un “ente”, ya sea estatal o privado, más encorsetado está, víctima de su propia burocracia (o “burrocracia”, depende de cómo se mire). El refranero español nos ilustra muy bien sobre esto: “Las cosas de palacio, van despacio...”, pero es que a este paso a nosotros no va a dar un infarto.
Qué pena sin embargo que el Ministerio de Defensa se haya dado tanta prisa en dar de baja el “Príncipe de Asturias”.
Sé, y entiendo, que en la actual crisis económica los Presupuestos Generales del Estado deben atender a otros gastos imprevistos y de más urgencia, como sacar adelante por ejemplo (destinándose para ello una partida adicional  de 800 millones de euros) los S-80, pero me pregunto si no hubiera sido mejor dejar a nuestro único portaaviones en una situación “especial” un año más, es decir, con dotación reducida y amarrado a puerto.
De esta forma si los augurios económicos del Gobierno se cumplieran, se podría haberlo hecho “resucitar”.
La situación de Navantia (sé que huelga decirlo) es muy delicada. ¿Qué pasará si Pemex no nos encarga finalmente el buque? Pues que sencillamente al astillero le espera al menos un año infernal, pues hasta los Presupuestos del año que viene el Estado no podría encargar barco alguno.
El único “milagro” que pudiera ocurrir, es que Australia se decidiera a encargarnos dos buques logísticos. Pero en cualquier caso una industria tan estratégica para España como lo son sus astilleros no pueden estar así, permanentemente en el “alambre”.
Y es que, si no me equivoco, en pocos meses sólo el área de Reparaciones tendrá trabajo. Esta situación es difícilmente sostenible en el tiempo para un astillero de la magnitud e importancia del nuestro.
No vamos a ser pesimistas, ojalá que todo salga, y que pronto las gradas que hoy están vacías rebosen de nuevas construcciones.

 

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