Lecturas del 25-S

Al margen del espectacular triunfo de Feijóo y la importante victoria de Urkullu en el País Vasco, estas elecciones tienen su boomerang en Madrid. Así lo quisieron los partidos nacionales desde el primer momento, supeditando el impasse de la gobernabilidad, en realidad no gobernabilidad, del Estado al resultado de estas dos lizas electorales. Para los populares, la victoria de Feijoo insufla optimismo y aire en Rajoy, asfixiado y bloqueado, y quizás con demasiado peso ya en las alas, y es esta otra ayuda como la que en 2009 catapultó a un Rajoy derrotado por segunda vez ante Zapatero, ¿es Feijóoo a Rajoy lo que este a aquel? Interrogante que algún día habrá que responder, máxime cuando hoy ya todos hablan de un sucesor natural de Rajoy, pese al bunker genovita. El resultado del PP en el País Vasco es muy malo sin embargo, pero aun lo esperaban peor. 
El Partido Socialista el gran derrotado de estas elecciones, y van cuatro. Dejando al margen a Susana Sánchez y Andalucía. Sánchez se resiste numantinamente, pero no hay más ciego que el que ve y se empeña en no querer ver. El ojo que te ve, ojo machadiano, no es ojo porque tú lo veas, sino porque él te ve. Su enroque en un intento desesperado de sobrevivir políticamente está llevando al abismo a un partido noqueado y sin liderazgo. Ir a primarias y a un congreso solo se va de una manera o dimitiendo, o haciéndolo después de permitir la formación de gobierno y evitar unas terceras elecciones. Pero no cabe otra solución ni salida para Sánchez. Empieza a estar muy solo en su partido y mal aconsejado. La partida de ajedrez ha terminado. De nada sirve un enroque a la desesperada. Es la asfixia y la hipotonía muscular de un partido secular que está ahora mismo contra las cuerdas. Abocado a un precipicio y sin saber qué hacer, ni quién tomar ya las riendas. Ya no es ideología, es inercia, parálisis y una desconexión con al realidad y la vacuidad total de pensamiento. Sánchez hereda un partido que convulsionó hace unos años. Y todos saben por qué. Y debido a quién y a los muchos que guardaron silencio. Perdida la calle, está perdido el partido. Reencontrarse y hallar la fuerza en nuevos líderes, limpios de pasado y de polvo y paja, es la única vía. Mal va Sánchez si la autojustificación que se da a sí mismo para convocar un congreso es la necesidad de tener una sola voz. Eso significa falta de liderazgo y de sintonía con lo suyos que le ataron en corto en toda negociación con Podemos. La bestia negra para los socialistas.
Estas elecciones probablemente no paren unas terceras legislativas, pero dejan al PP en la cima, y en la posibilidad aun presentándose el mismo candidato de recoger mucho voto descontento. Es más, ni Podemos ni Ciudadanos serán capaces de sumar más votos. Al contrario. Los emergentes han desilusionado tan rápido como en su día irrumpieron. Las alforjas eras de aire, de ideas irrealizables, o de hábitos tan arcanos como conocidos por los españoles. Los dos bandazos que ha propiciado Rivera han tenido una severísima contestación en Galicia y el País Vasco, donde ni siquiera fueron capaces de sintonizar con la realidad de las dos sociedades. Demasiada música sin partitura y con lugares comunes de erudición y demagogia. Podemos se desinfla a velocidad de vértigo. Lo hemos visto en Galicia, con un buen resultado pero perdiendo miles de votos. La gestión les ahoga, les bloquea. Y la guerra interna un suicidio de egos y visiones antagónicas y autoritarias que les desangrará. Gana Rajoy, pierden Sánchez y los emergentes.

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