Los vendedores del mercado de Caranza, escépticos con la reforma de la plaza

Los vendedores del mercado de Caranza, escépticos con la reforma de la plaza
Fachada principal del mercado de abastos del barrio, cuyo deterioro ha determinado el cierre de puestos y establecimientos | jorge meis

Quince puestos de venta del mercado de Caranza esperan un futuro que cada cuatro años se les ofrece como prometedor pero que, una vez pasadas las elecciones, vuelve a ser un espejismo.
Así es como lo viven los operadores de la plaza de abastos del barrio de Caranza, inaugurado en el año 83 y que espera por una reforma hace más de diez años, con promesas incumplidas y, lo que es más grave, con un deterioro que ha pasado de ser evidente a ser peligroso, dado el mal estado de conservación del edificio.

Antecedentes
El programa electoral de la coalición que comenzó este mandato incluía esta reforma entre sus prioridades, pero también formaba parte ya de las anteriores y pasó de hablarse de una reforma a la construcción de un centro comercial promovido por Gadisa –en el mandato de Vicente Irisarri– a propuestas posteriores del PP de mercado-centro comercial y a una modificación más modesta para acometer al menos una primera fase del cambio en este mandato.
Con estos antecedentes, no es de extrañar que la asociación de vendedores del mercado, que preside Carlos Basoa, se muestre no solo escéptica sino totalmente incrédulo.
“El tiempo continuará pasando y aunque se trabajase en ello habría proyecto, concurso, licitación, exposición, etc que llevaría ya a otras elecciones”, indica Basoa. Por eso su deseo no pasa ya por el hecho de que esta actuación se incluya en los presupuestos de 2018– si llegan a aprobarse– sino que pide que se apruebe una modificación de crédito para poder acometer la obra, que, indica, debería contar con el visto bueno de todos los grupos municipales, que siempre han dicho que apuestan por el mercado.
Mañana está prevista una reunión con el alcalde, Jorge Suárez, para conocer la propuesta que quieren poner en marcha y con la que, en cuanto a su contenido, los vendedores creen estar básicamente de acuerdo.

Distribución
Basoa reconoce que durante estos dos años ha mantenido reu-niones con la concejala de Urbanismo y le parece “que hace un trabajo serio”; de ahí se estableció una reorganización de los quince puestos en la primera planta –en la línea derecha irán las pescaderías y en la izquierda las carnicerías y charcuterías y en el medio dos fruterías y alguna tienda más pequeña–. “Todos tuvimos que ceder, yo el priemro”, explica Basoa, “pero lo importante es conseguir un mercado moderno y funcional”.
Si esta vez se logra se pondrá fin a un estado que nadie duda de que es deplorable. Sanidad realiza vigilancias periódicas, explica el presidente de la asociación de vendedores, e incluso los propios placeros tuvieron en su día que dirigirse al Valedor do Pobo para mostrar el estado de goteras, váteres, puestos, etc.
Esta situación ha hecho que en los últimos doce años no se haya podido ni hacer traslados, ni ventas, ni alquileres, con lo que el mercado va decayendo a pasos agigantados.
Además, como explica Basoa, es necesario agilizar la burocracia para la concesión de puestos, como han solicitado conjuntamente los tres mercados de la ciudad.
Y es que no se puede negar que los operadores de las tres plazas de abastos –A Magdalena, Recimil y Caranza– están por las mejoras de los mercados, con actividades de fomento de venta e iniciativas culturales y sociales para atraer a los compradores al mercado de proximidad frente a las grandes superficies, pero quieren que las instalaciones también se adecuen para conseguir, insiste el presidente del mercado de Caranza, una plaza “bonita, agradable y cálida”, para lo que, indudablemente, se necesita inversión económica.

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